El trabajo, las clases, los hijos, la casa, la vida. Andamos corriendo de un lado al otro sin parar, sin tomarnos un descanso de nuestras actividades y con cada hora transcurrida es como si nuestras energías se apagaran de a pocos, como un juego de Play donde empezamos con las fuerzas en “verde” y terminamos en “rojo” a punto de morir.

Al llegar la noche lo único que queremos es “liberarnos” y entregarnos a los brazos de Morfeo y dormir. Pero al final del día, tenemos ciertos placeres que el dinero no puede comprar, cosas muy pequeñas pero que nos dan felicidad.

Sacarse los tacos. Oh lo zapatos, nos encanta andar en ellos, pero si hay algo que nos gusta más aún es quitárnoslos. Porque después de un largo día, donde andamos de aquí para allá, de reunión en reunión y muchas veces paradas por horas, lo único que necesitamos es sacarnos esos zapatos y tirarlos muy lejos fuera de nuestra vista.

Sacarse el brasier. Esta prenda nos ayuda a tener las cosas en su sitio durante el día. Pero aunque existen gran variedad de colores, tamaños, formas y demás la verdad es que son bastante incómodos a veces. ¿Que no daríamos por no tener que usarlo y andar libres como el viento?, pero no podemos. Por eso es que sacárnoslo es un enorme placer, es como liberarnos de unas cadenas.

Tomar un ducha caliente. Las duchas en la noche funcionan algo así como una maquina de olvidar todos los problemas y el estrés durante el día. Con cada gota de agua que cae en la cabeza es como limpiarnos tanto el cuerpo como el interior. Luego de esto podemos ir a dormir renovadas para empezar de nuevo.

Andar desnuda o en ropa interior por la casa. No importa si tienes un vestido de Versace, Dior, o un traje que encontraste en la tienda de la esquina a 10 soles, sacarse toda la ropa y andar libre por tu casa sin tener que dar explicaciones a nadie es lo mejor del mundo. Puedes comer en tu sillón viendo televisión en ropa interior, caminar por toda tu casa solo con la truza o tirarte en la cama a sentir las sábanas frías en verano. Todo lo que hagamos en “paños penores” es mil veces más divertido.