Para ello, la hija de Kris Jenner ha tenido que desprenderse de sus mechas rubias y ha devuelto a su cabello su color castaño natural, siendo esta una de las exigencias de Anna Wintour, editora jefa de la publicación y una de las encargadas de organizar el reportaje fotográfico que se llevó a cabo en Los Ángeles.

La presión que ha ejercido el rapero Kanye West sobre Anna Wintour habría sido clave para que Kim adquiriera el protagonismo de la cabecera, sobre todo después de que el artista se quejara abiertamente de que la periodista, a quien considera su amiga, se hubiera decantado por la actriz Lena Dunham para ser el rostro de la portada de febrero.

Como se sabe a Anna Wintour nunca le hizo mucha gracia Kim Kardashian, de hecho por muchos años se negó a que la socialité apareciera en las páginas de Vogue porque la consideraba “vulgar y sin clase”. Pero al parecer esta vez dio su brazo a torcer para la edición de abril.