Natalie Portman es el prototipo de chica normal que no puede ser más extraordinaria. Ha hecho de la discreción su sello y no suele estar en las listas de las más sexys; no es la más perseguida de las fiestas y aunque es consciente del precio del éxito, no está dispuesta a todo para conseguirlo.

Se arriesgó a tirar por la borda una carrera prometedora por ir a la Universidad. Ama a su familia, es fiel a su marido y juega a diario con su hijo en los columpios. Y sí, todo eso es posible en Hollywood.

Impecablemente vestida, con diseños de Dior que no le habrían sentado tan bien a la vanidosa muñeca rubia, recorre Europa para presentar sus películas. Con sencillez y discreción, Natalie posa y sonríe. En los labios, un toque de Rouge Dior.

A pesar de la precocidad de su debut cinematográfico con ‘León: el profesional)’, allá por 1994, Natalie Portman demostró que poseía un enorme talento como actriz, y desde entonces, su carrera se ha ido plagando de importantes títulos que la han conformado como una de las estrellas de Hollywood actuales más interesantes y aclamadas.

Todo ello unido a una presencia elegante, una encantadora sonrisa y, sobre todo, una sutil inteligencia, que atesora, no sólo en la elección de sus papeles, sino también con los estudios de Psicología que ha compaginado con los rodajes, además de hablar varios idiomas (hebreo a la perfección y chapurrear japonés o español). Natalie, en su delgada figura y su metro sesenta de altura, porta una gran personalidad, que ha sabido mantener férrea a lo largo de los años, a pesar de su juventud.

Ha participado en diversas películas y ha ganado un Oscar, además las firmas la han elegido para ser imagen de sus campañas, Natalie Portman es el paquete completo. Un modelo a seguir en todo sentido.