Mientras su padre, Kevin Weeks, servía como médico al ejército estadounidense en Afganistán, su hija, Miriam (Belle Knox), se dedicaba a la realización de películas triple x.

Belle Knox es el nombre artístico que Weeks eligió para su doble vida. Con poco dinero para afrontar el costo de su carrera universitaria, optó por convertirse en actriz de películas para adultos. El descubrimiento de su actividad provocó un escándalo en la universidad y el rechazo de sus compañeros.

Después de que un conocido se diera cuenta y le contara a todo el campus Belle (que no es su nombre real) comenzó a recibir amenazas de muerte, de violación y un bullying extremo. Ella decidió escribir para la página XO Jane y este es un pedazo de su historia.

“Todos tenemos nuestras manías y no deberíamos avergonzar a alguien por disfrutar de algo que es perfectamente legal y consensual para todos los involucrados.”

“Claro que admito que algunas mujeres no tienen tan positiva experiencia en la industria. Necesitamos escuchar a estas mujeres y hacer lo necesario para eliminar el estigma de la profesión y tratarla como una carrera legítima que necesita regulaciones y vigilancia. Necesitamos darles voz a estas mujeres que son abusadas y explotadas en la industria.”

“Avergonzarlas e insultarlas, el trato usual que le damos a las trabajadoras sexuales, no es la forma de lograr esto. Para mi hacer pornografía me trae felicidad. Cuando termino una escena sé que he completado un día de trabajo honesto. Es mi desahogo artístico: mi amor, mi felicidad y mi hogar. Puedo decir en definitiva que nunca me he sentido más empoderada o feliz haciendo otra cosa. En un mundo donde las mujeres son frecuentemente robadas de sus decisiones yo estoy completamente en control de mi sexualidad. Como una mujer bisexual con gustos sexuales curiosos me siento completamente aceptada. Es liberador, empoderador y maravilloso. Es como el mundo debería ser.”

“Es el exacto opuesto de la cultura de “slut shaming” (avergonzar a la zorra) y “disculpa de las violaciones” que he experimentado de ciertos rincones oscuros del internet desde que me reconocieron en el campus hace unos meses. Ha sido un horrible despertar en definitiva.”

“La tormenta comenzó cuando regresé de las vacaciones de Navidad, feliz y con confianza en mí misma. Fue una semana después que estudiantes me bombardearon con solicitudes de amistad en Facebook. Al principio no pensé mucho en eso. Me sentía un poco halagada para ser honesta (tal vez soy bonita y buena persona y no tan rara, pensé) pero después lo impensable sucedió: un estudiante de mi grado comenzó a seguir a mi alter ego en Twitter.”

“Cuando recibí la notificación mi corazón se detuvo. Temblaba de incredulidad y miedo. Sabía lo que vendría: miedo, humillación, vergüenza, amenazas e insultos.”

“Lo que no esperaba era que sería atacada brutalmente en línea. No esperaba que cada detalle privado de mi vida fuera analizado. No esperaba que mi inteligencia y ética laboral se pusieran en cuestión y fueran criticadas. Y definitivamente no esperaba que la información extremadamente personal acerca de mi identidad y mi ubicación fuera transmitida sin cuidado en los foros de chismes de las universidades.”

”Me llamaron zorra que necesita aprender las consecuencias de sus acciones, maldita prostituta y tal vez lo más ofensivo; una niñita que no entiende las consecuencias de sus acciones.”

“Que quede claro una cosa: yo se exactamente qué estoy haciendo. ¿Qué tal ustedes? Toda mi vida me han dicho, junto con millones de otras niñas, que el sexo es un acto denigrante y vergonzoso. Lo más sorprendente que me enseñaron fue que el sexo es algo que la mujer “tiene” pero que no debe dar demasiado pronto, como si hubiera una cantidad limitada de sexo en una mujer, y que el sexo es algo que ella hace por un hombre que necesariamente requiere de perder algo de ella misma, por lo que debe tener cuidado de a quién se lo da.”

“El lavado de cerebro que permanece en nuestra sociedad dicta que la sexualidad y el sexo reducen a una mujer, mientras que los hombres son inocentes actores que sólo reciben. Por extensión, nuestra virginidad o abstinencia dicta quienes somos como personas, si somos buenas o malas, buenas o malas mujeres.”

“La dicotomía de la virgen-zorra es un estándar insidioso que hemos colocado injustamente sobre las mujeres. Las mujeres deben ser puras y modestas por fuera, pero al mismo tiempo ser sexualmente atractivas y disponibles. Si una mujer no tiene sexo después de una cita se le clasifica como mojigata, pero si sí lo hace será llamada después una zorra o puta. La sociedad ha creado una norma en la que las mujeres no pueden ganar.”

“Debemos cuestionar en esta ecuación por qué las trabajadoras sexuales son tan brutalmente estigmatizadas. ¿Por qué las excluímos de los trabajos, la educación y la sociedad mainstream?”

“¿Por qué las estigmatizamos, amenazamos y acosamos?”

“¿Por qué les negamos su humanidad?”

“¿Por qué nos asusta tanto la idea de mujeres teniendo experiencias sexuales?”

“La respuesta es simple. El patriarcado le teme a la sexualidad femenina.”

Este es sólo un fragmento de su texto. Puedes leer el resto aquí.