El 11 de febrero de 2010 Alexander McQueen fue encontrado muerto en su domicilio londinense a los 40 años de edad. La oficina de McQueen confirmó la noticia: “Es una trágica perdida. No haremos comentarios en este momento por respeto a la familia McQueen”.

La autopsia confirmó que se ahorcó después de haber consumido cocaína, somníferos y tranquilizantes. Su suicidio fue motivado al parecer por la depresión que había estado pasando desde la muerte de su madre, solo 10 días antes de su propia muerte.

Alexander McQueen cambió el mundo de la moda porque fue una de esas pocas personas que, con su genio, visión y talento, logró obligar a renovarse a un mundo que de innovador no tiene todo lo que se cree.

Desde su entrada a la mundo de la moda, con su estampa de Punk rocker, de hooligan, de enfant terrible, inmediatamente, y para siempre, la isla quedó teñida para siempre de rebeldía y vanguardia, continuando el legado de Vivienne Westwood y del mismo Galliano.

El estilo de McQueen se caracterizaba por una brutalidad atemperada con lirismo. La sensibilidad gótica de un cuento de los Hermanos Grimm está más cerca del espíritu de la ropa de McQueen que el fetichismo, el gore y la misoginia de los que le acusan sus detractores.

Hoy, a pesar de su partida, su imperio sigue expandiéndose y sigue vigente. Sarah Burton, mano derecha suya durante doce años, tomó las riendas del diseño de su firma y la ha hecho crecer durante su ausencia.