Es bien sabido, hay crisis a diferentes edades. Los 30, los 40, los 50 y los 60 marcan con claridad el paso del tiempo.

Estos “momentos” son, en realidad, una oportunidad. Uno puede preguntarse, ¿una oportunidad para qué? La verdad es que a esta situación se llega, no es que aparece súbitamente.

Cuando estamos en un punto crítico es porque venimos cargando diferentes cosas que en un momento estallan. Eso es lo que llamamos “crisis”.

Es como si pensáramos en una nube que se va formando. Lleva un tiempo juntando gotitas de agua hasta que se acumulan muchas y un cambio cualquiera, como un viento o una diferencia térmica, produce la precipitación.

La crisis es más o menos eso: una serie de factores que fueron sumándose y una chispita que la detonó.

La vida está compuesta de cambios y transiciones, algunas buenas otras no tanto, pero lo importante es cómo lo enfrentes. Por ello la Karin Smithson explica 8 puntos por los que llegar a base tres no debería asustarnos.

Te encuentras a ti mismo. Más allá de la influencia de los padres o parejas, es una edad en donde la reflexión es más fácil y certera ya que se tiene mayor experiencia.

Momento para pensar en los demás (tus hijos). Es buscar las oportunidades que te permitan dejar un legado.

Ser más compresivo. Se tiene más responsabilidades financieras y emocionales, lo que te permitirá ser más empático con tus padres o personas de mayor edad.

Tu carrera, familia y pareja ya no serán una obligación sino parte de tus objetivos de vida.

Te sientes mucho mejor. El bienestar en tu vida aumenta en general, ya que tienes una mayor conciencia de las cosas que hacer y de lo que pasa en tu entorno.

Le das mayor valor a la amistad. Aquí podrás a considerar que lo más importante no son cuántos amigos tienes sino los que siguen en tu vida por algo.

Aunque a esta edad se de una crisis, se tiene la capacidad para analizar de forma más razonable la situación. Aquí los impulsos ya no son parte de la vida.

Descubre día a día que es una oportunidad para vivir al máximo.

Llegar a los 30 años no tiene nada de malo, lo importante es aprender de las experiencias adquiridas para que a partir de esa edad se pueda sacar el mayor provecho a las oportunidades.

Con información de Informe21 y EntreMujeres Grupo Clarín