Es uno de los bebés más inteligentes de Norteamérica. Los expertos le han achacado un coeficiente intelectual de 154, un poco menos que los de Albert Einstein o Stephen Hawking. Por eso, acaba de ser admitido en una de las escuelas de Mensa, una organización británica que solo admite a gente con una inteligencia excepcional.

Fue su abuela Felicia, que es quien cuida del niño cuando sus padres están trabajando, la primera en detectar que Anthony no era un chico normal.

A los diez meses, ya sabía deletrear el alfabeto fonéticamente. Aun así, su madre, Laura, no quería dar nada por sentado. Así que se llevó a Anthony a Londres para que fuera examinado por una experta en la materia, Joan Freeman.

Anthony se ha convertido en una de las personas más jóvenes que hayan sido admitidos en Mensa. En marzo, se descubrió la inteligencia de Emmelyn Roettger, que con dos años ya mostraba su coeficiente de 159. Y en Europa, hace un mes, se descubrió a una pequeña Einstein británica llamada Heidi Hankins.

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