Karen Alpert es una mujer y bloguera que sabe lo que es ser madre por primera vez y ha querido compartir un conmovedor artículo en el portal Scary Mommy. A continuación te lo mostramos:

“¿Te acuerdas cuando estabas asustada de dar a luz y te dijiste a ti misma que estarías bien, que millones de mujeres lo habían hecho antes que tú? Pues bien, también millones de mujeres se han sentido exactamente de la misma manera que ahora te sientes tú.”

“No, yo no estoy en tu cabeza y no sé EXACTAMENTE cómo te sientes, pero te prometo que todas hemos pasado por el dolor que en este momento tú sientes. El dolor de ser madre por primera vez. Ya sé, ya sé, tú sabías que iba a ser difícil, pero, probablemente, no sabías que iba a ser así de DIFÍCIL.”

“Pero, pero, pero, tal vez te preguntarás sobre todas esas mamis perfectas que aparecen en Facebook y en Pinterest, las que dicen lo mucho que AMARON cada uno de los segundos con sus recién nacidos, las que dicen que incluso les gustó cambiar los pañales con caquita y despertarse con sus bebés succionadores de leche a todas horas del día, porque ellas apreciaron cada precioso momento.”

“Bueno, adivina que. Ellas están mintiendo. O sea, tal vez ellas no sepan que están mintiendo porque no se acuerdan cómo fueron las cosas realmente y no las culpo, con toda probabilidad, es simplemente la manera de sus cuerpos de entumecerse, porque esos recuerdos son demasiado difíciles para manejar. Porque, en realidad, tener por primera vez a un recién nacido apesta un poco mucho.”

“Por favor, esperen un momento mientras espero a que el relámpago me caiga encima. O, a que una manada de madres chupa sangre con desempeño sobresaliente se me vengan encima. Estoy esperando, esperando… bueno, la costa está despejada. Tienen que estar planeando un ataque sorpresa.”

“A ver, no me mal entiendan. Los recién nacidos son increíbles. Nos queremos comer sus pequeños deditos de los pies, adoramos el olor de sus cabezas (pero, no así el olor que sale del otro extremo), la forma en que envuelven sus pequeños deditos alrededor de los tuyos y cómo los aprietan. Además, cuando bostezan son lo más adorables de todo el mundo.”

“Pero, eso sería todo. Me acuerdo cuando llegó mi primera hija y lo único que puedo decir es ¡joder! O sea, las primeras dos semanas fueron más o menos buenas, porque lo único que hacía era dormir y nosotros pensamos siiiiii, nos tocó uno bueno, pero después de eso…”

“Nunca nadie me dijo que esto sería así. Y, ¿por qué habría de hacerlo? Cuando yo estaba embarazada, caminaba por la nube nueve, anticipando el increíble montón de felicidad que se me venía, así que quién se hubiese atrevido a romper mi burbuja gigante y a advertirme cómo iban a ser las cosas en realidad.”

“Ellos de broma me decían tonteras como aprovecha para dormir o anda a una luna de miel sin bebé mientras todavía puedes, cuando lo que en realidad me debiesen haber dicho es algo como disfruta tu vida porque está a punto de acabarse. Bueno, no en realidad, pero por una parte sí. Por lo menos por un tiempo.”

“O sea, ¿alguna vez has visto como torturan a un prisionero de guerra en la televisión? ¿Lo que les hacen? No los dejan dormir y los mantienen despiertos poniéndoles música fuerte en los oídos. Eso es resumen lo que es tener a un recién nacido, solo que en lugar del interrogador Sr. Malo, es tu bebé el que no te dejará dormir porque estará llorando en tu oreja cada tres horas (eso si tienes suerte).”

“Y, la única manera de hacer que se detenga es siendo súper buena con él y mimarlo como si no hubiese un mañana. Pero, incluso si tienes éxito, aun así te despertará, en solo unas cuantas horas, para torturarte una vez más. Y de nuevo. Y otra vez más. Sin que puedas vislumbrar el horizonte.”

“Oh, no olvides de añadirle a eso el hecho que tus hormonas están desparramadas por todas partes de tu cuerpo, tal como si fueses una máquina de pinball. También considera el hecho que tal vez esta sea la primera vez que estás dando pecho, así que tus pezones se sentirán como si estuviesen siendo quemados con ácido y como si hormigas de fuego se los estuviesen comiendo.”

“A eso, añádele el hecho de que tal vez no estés dando pecho y tus senos se sienten como globos de agua gigantes conectados a un grifo, sin que haya forma de cortar el agua y como si fuesen a explotar. También, añade el hecho que pareciera que tu esposo no puede hacer nada bien e incluso dice mierdas estúpidas que hacen que quieras darle una palmada, tal como desearía que yo pudiese darle pecho al bebé.”

“Por último, añade a todo esto el hecho de que cada mamá que conoces (en particular la tuya y la de él) piensa que te debe decir lo que tú tienes que hacer.”

“Así que, en resumen, me gustaría que alguien me hubiese dicho que, al principio, apesta ser una madre primeriza. De tal modo no hubiese pensado que era solo yo. De tal modo hubiese sabido que yo no era una fracasada. De tal modo hubiese sabido que yo no era una mala mamá.”

“Y que todo iba se iba a hacer más fácil con el tiempo. Bueno, tal vez no más fácil, pero sí sería mejor. En algunas maneras. Pero, pero en otras no.”

“Así que esta es la razón por la que te escribo esta carta. Para decirte, ¡¡felicidades por tu nuevo bebé!! Espero que aprecies estos días. Y, por apreciar me refiero a que puedas superarlos y a que sepas que tú no estás loca, no estás sola, no estás haciendo un mal trabajo, a pesar que lo sientas así.”

“Cariños,”

“Alguien que ha estado ahí y que ha hecho esto, quien ahora utiliza no menos de tres tipos diferentes de métodos anticonceptivos, ello a pesar de que ama a sus pequeñuelos muchísimo.”

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