El juego es una actividad que empieza en la infancia y nunca se pierde: junto con las cosquillas y la risa, es una de las primeras actividades lúdicas del ser humano.

La necesidad de jugar existe en todas las etapas de la vida, aunque nunca se manifiesta con la misma intensidad como cuando somos niños.

Los juguetes y los juegos se convierten en una de las primeras formas de comunicación de los ‘peques’ con sus papás y resto de personas mayores.

Auténticos tesoros, que niños de todo el mundo guardan a salvo como si se tratase de su posesión más preciada. Y, en muchos casos, lo es: esto es lo que ha querido recoger el fotógrafo Gabriele Galimberti en Toy Story, un proyecto desarrollado a lo largo de 18 meses de viajes y experiencias, que le ha llevado a fotografiar a niños de todo el mundo rodeados de sus preciosos juguetes.

Jugar se convierte así en algo común a todos los niños. No sucede lo mismo con sus juguetes: desde simples piezas LEGO, hasta coches y muñecas, cocinitas, bates de béisbol, juegos de mesa o ese juguete que se convierte instantáneamente en el mejor objeto de cuaqluier niño, una bicicleta, cada uno de los protagonistas de este proyecto lleno de ternura manifiesta su individualidad de manera muy particular, haciendo gala de cada uno de sus objetos preferidos.

El proyecto no sólo resulta interesante a la hora de comparar a los pequeños de diferentes rincones del mundo, o en cómo invierten su tiempo en las horas de juego y la relación que les une a sus juguetes, si no también para reflexionar a cerca del entorno y contexto de cada uno de ellos, y de cómo las condiciones de vida que les rodean condicionan la elección de sus juguetes preferidos.