Le falta un buen trozo de cráneo lo que deja bastante expuesto una zona de su cerebro. Si llora aumenta la presión sobre el cerebro y puede morir. Sólo 130 casos que en el mundo que padecen el síndrome de Adams-Oliver, según publicó Daily Mail.

Los médicos han advertido a los padres de Daisy sobre los riesgos de que llore con demasiado impetu. Ellos tienen la misión de impedir que la pequeña se enfade, porque un llanto fuerte podría aumentar la presión sobre el cerebro y matarla.

La última vez que Daisy se echó a llorar de esta peligrosa forma fue en 2010, cuando era una bebé. Se puso tan mal que pasó tres meses en el Hospital Great Ormond Street, donde recibió tratamiento especializado .

Los padres aseguran que tratan de que su hija haga una vida normal, aunque no siempre es fácil. “Es difícil porque no es seguro que juegue con otros niños. Si estos la golpean por accidente podría ser desastroso”, cuenta la madre.

Para proteger su cerebro, la pequeña Daysi usa un casco, al estilo del que llevan los ciclistas, pero este también tiene sus contraindicaciones.

Los médicos creen que la única esperanza de que Daisy lleve una vida normal será someterla a una intervención quirúrgica pionera, que solo se ha realizado en el mundo unas pocas veces. Sin embargo, para tentar esta vía, tendrán que esperar a que la niña tenga al menos 13 años.

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