La vida de Oscar de La Renta sin duda sirve de ejemplo de superación, constancia y éxito. Sus logros en el mundo de la moda marcaron un hito que servirá de legado para muchas generaciones más. Además de como diseñador, Oscar será recordado por su buen humor y espíritu caritativo. De hecho, la historia de su único hijo es realmente increíble y conmovedora.

El nuevo director creativo de la firma fundada por Oscar de la Renta se llama Peter Copping y tiene nacionalidad británica. Pero el verdadero heredero del recién fallecido modisto lleva su apellido y un pasaporte dominicano. Se trata de Moises de la Renta y es el hijo adoptivo del famoso diseñador. El joven, que ya tiene 29 años, sigue los pasos de su padre desde hace una década.

La inesperada paternidad de De la Renta llegó en 1984. Ese año, unas monjas encontraron a un recién nacido en un contenedor de desechos en una exclusiva urbanización de La Romana, en República Dominicana. La noticia llegó a oídos del diseñador, que acababa de enviudar de su primera esposa y estaba volcado en la ayuda a un orfanato. A sus 52 años y sin descendencia, decidió adoptar al huérfano y bautizarlo con el nombre bíblico de Moisés, “el entregado por las aguas”.

El pequeño, que fue bautizado con el nombre bíblico, ayudó a Oscar a superar el duelo de la muerte de su primera esposa. Años más tarde se volvió a casar con Annette Reed, hija a su vez de un banquero alemán, y junto a ella crió a Moisés en su residencia en Connecticut, donde precisamente falleció.

Hace diez años, cuando tenía 19 años, el heredero ingresó al Fashion Institute of Technology de Nueva York, y desde entonces ha decidido abrirse paso en el mundo de la moda sin apelar a la fuerza del apellido de su padre, ya que no forma parte del gran imperio de la marca.

En el 2009, al acompañar a su padre a Barcelona para recibir el premio “Botón de Oro” entregado por Mango, Moisés quedo encantado y comenzó a trabajar con ellos en la colección de camisetas MDLR.

ABC cita una declaración que dio el joven acerca de su papá hace algún tiempo en un evento en Nueva York:

“Es el ser humano más dulce que conozco. Pero es increíblemente ingenuo. Si le das diez dólares y le dices que pague con ellos un taxi, él terminará dándoselos a un ”sin techo”. No tiene sentido de autopreservación.”