La mujer, residente en Hampshire (Gran Bretaña), gastó casi 400 dólares en la compra por internet del bebé, llamada ’Reborn’, a quien bautizó como Finlay.

La mujer pasea con el bebé por las calles de la ciudad y hasta le preparó una habitación repleta de juguetes con un armario lleno de ropa carísima. Aún más increíble es que Ashleigh está desempleada y vive de la pensión que le paga el gobierno por beneficios de desempleo.

Ella confesó que cuando se separó, pensó en adoptar otro hijo pero, “por pereza”, terminó comprando a Finlay, un bebé de goma que puede confundirse con uno real, porque es una réplica perfecta de un recién nacido. Admite que desde que vio a Finlay se identificó con él de inmediato, a diferencia de lo que le ocurrió con su hija Becky, porque después de tenerla se sintió tan cansada que no le pudo prestar mucha atención.

La adolescente, por su parte, le oculta a sus compañeros de escuela que tiene un “hermanito”, pues encuentra muy rara la obsesión de su mamá con el muñeco. “No lo entiendo, realmente. Yo no creo que mamá prefiera a Finlay, pero ya ella no puede darme la atención que me prestaba antes”, contó.