Cuando llegamos a su vida la cambiamos drásticamente, sin embargo ella se despertaba cada 3 horas para darnos de comer para que pudiéramos desarrollarnos adecuadamente.

Cada vez que nos enfermábamos corría al pediatra para saber que todo estaba bien y pasaba la madrugada cuidándonos. Durante muchos años, todas las mañanas se despertaba para prepararnos para la escuela, nos daba de desayunar y nos llevaba hasta la puerta del colegio.

En nuestro primer día de clases en el nido nuestra mamá derramó algunas lágrimas porque íbamos a estar separados de ellas durante algunas horas. En cada cumpleaños que teníamos organizaba una linda fiesta, invitaba a nuestros amigos, nos daba el regalo que justamente queríamos y hasta nos hacía un pastel.

En cada atuación de la escuela, era la que estaba en primera fila tomando fotos y sintiéndose muy orgullosa de sus pequeños sin importar cuál fuera su papel. Al salir por la noche, nos esperaba despierta sin importar qué tan tarde fuera. Quería asegurarse de que llegáramos con bien a nuestros hogares.

Cuando nos rompían el corazón, ella es nuestra amiga más fiel. No escucha y da consejos porque no puede soportar que alguien nos haya lastimado. Cuando nos graduamos de la universidad era la madre más orgullosa del mundo y cada vez que puede les presume a sus amigas lo inteligente que somos.

Por éstas y muchas razones más, amamos a nuestras madres y debemos de festejarlas a diario, no sólo este día.