Dawn Keim debió aprender a comunicarse con su familia y amigos de una manera diferente. Para poder entender lo que le decían debía leer los labios, y hasta llegó a cambiar sus hábitos, como por ejemplo no ir a reuniones donde había mucha gente porque nunca entendía nada.

Pero una de las cosas que más deseaba en el mundo era poder escuchar la voz de su hijo más pequeño, Asher, de apenas 8 años. A los dos mayores llegó a escucharlos, pero al pequeño, no.

Un programa de televisión estadounidense ayudó a Keim a recuperar la audición gracias a un procedimiento inédito. Así fue que se sometió a un implante coclear en el House Ear Institute de Los Ángeles.

El gran día llegó y madre e hijo se encontraron y ella pudo escucharlo por primera vez.