Mucho se ha investigado sobre los efectos que puede tener sobre el bienestar mental de una persona el sufrir severo abuso físico en la niñez. Pero un estudio publicado en la edición de julio del diario Pediatrics explora la posible conexión entre los trastornos mentales y los castigos físicos severos en ausencia del abuso.

Investigadores en Canadá encontraron que el castigo físico, incluso sin negligencia, rechazo o abuso físico, sexual o emocional, está relacionado con trastornos de personalidad, de ansiedad y abuso de sustancias.

Aunque puede ser verdad que muchos de los padres de hoy en día recibieron nalgadas cuando eran niños, y hoy son adultos sin problemas, estudios previos han mostrado que aquellos a quienes reprendieron físicamente tienen un mayor riesgo de estar deprimidos, abusar del alcohol, golpear a su pareja y/o a sus hijos e involucrarse en comportamientos criminales o violentos.

La autora del nuevo estudio, Tracie Afifi, dijo que ella cree que el castigo físico no debería ser utilizado en los niños de cualquier edad y que las estrategias positivas para educar a los hijos son las que deberían de difundirse.

Los métodos disciplinarios recomendados no incluyen los castigos físicos. Son preferibles otras formas de educar, como retirarles privilegios, darles un tiempo para pensar y hacerles comprender las consecuencias de sus actos, como “si lanzas tu juguete y se rompe, ya no podrás jugar con él”.

Fuente: CNN