Ruth Nash, una mujer británica de 34 años, estaba embarazada de gemelos cuando en la semana 22 de gestación comenzó el trabajo de parto. Entonces nació la pequeña Matilda, que falleció tan sólo 19 horas después de haber venido al mundo. Por el contrario, los médicos consiguieron retener a Stanley que nació dos semanas después.

El bebé nació con poco más de 450 gramos pero su lucha contra viento y marea le ha hecho llegar a los seis meses sin secuelas, informa Contexto.

“Yo quería hacer lo que fuera para poder ser madre. Me metí en la cama, me acosté y no me moví. Me dijeron que había muchas probabilidades de que perdiera al bebé. Pensé que si no hacía nada no tendría el hermoso bebé que tengo ahora”, explica la madre.

“Cuando pude tenerlo conmigo fue el mejor momento de mi vida. Sé que he perdido a un hijo pero me siento la mujer más afortunada del mundo”,