Ocurre hasta en las mejores familias. Es muy habitual que parejas famosas que venden su idilio como algo perfecto, acaben separadas o divorciadas. La última ha sido la sonada ruptura entre los actores Katie Holmes y Tom Cruise.

Los niños son los que sufren las consecuencias de las desavenencias entre sus padres, más aún cuando son perseguidos por los paparazzis a la caza de una fotografía que ilustre la batalla entre los progenitores.

Es el caso de Suri Cruise. Pocos días después del anuncio de la separación de Tom Cruise y Katie Holmes cobraron mucho interés las primeras imágenes de la pequeña. Con sólo seis años se enfrenta a uno de los miedos más comunes entre los hijos: el divorcio de sus padres.

La misma historia se repite con otra pareja de actores estadounidenses, Charlie Sheen y Denise Richards. Se casaron en 2002 y tuvieron dos hijas. La actriz solicitó el divorcio en 2006. Fue entonces cuando estallaron las disputas por la custodia de las dos niñas. Actualmente, parece que la pareja ha decidido enterrar el hacha de guerra por el bien de sus hijas.

La lista sería más extensa con Britney Spears y Kevin Federline o Jude Law y Sadie Frost, por ejemplo. También se encuentran los famosos cuyas vidas son un vivo retrato de las luchas paternas como Lindsay Lohan o Macaulay Culkin.

Consecuencias

No todos los hijos afrontan la separación de sus padres de la misma manera, pero según numerosos estudios tiene repercusiones en los menores al ser un problema añadido a los propios de su momento evolutivo, según un estudio psicológico de la Universidad Ramón Llul de 2009.

El sentimiento de culpabilidad, la sensación de abandono, la ausencia del progenitor que no obtenga la custodia y falta de autoestima son los síntomas más frecuentes en estos niños. En el caso de los hijos de famosos se suma, además, la exposición pública de esos problemas.