La tarea de ser padres no es sencilla, pero tampoco imposible de lograr. Sin embargo, para hacer de esta gran responsabilidad una carga más ligera, existen cinco mentiras que muchos padres primerizos escuchan y les da un gran alivio.

Aunque con el pasar del tiempo se dan cuenta que no era del todo cierto, hicieron que la tarea de ser padres sea más llevadera. Entérate cinco típicas mentiras sobre ser padres, según Annie Reneau, una mujer que es mamá desde hace 13 años.

1. La lactancia no debería doler

Quizás la lactancia no debería doler, pero sí lo hace, al principio. A veces demasiado. Mi mamá es una consejera de lactancia profesional, y yo amamanté a tres bebés, así que hablo con experiencia. Con cada bebé, la lactancia duele durante el primer par de semanas. La primera vez, me sorprendió el dolor. La segunda vez, pensé “¡Qué demonios, pechos! ¡¿No recuerdan que hemos hecho esto antes?!” Y la tercera vez, sabía exactamente que debía esperar un par de semanas de incomodidad. El agarre estaba bien, pero mis pezones ardían. A lo mejor mis recién nacidos tenían bocas pequeñas, o yo tenía pezones de forma rara o algo, pero con cada bebé hubo un “periodo de ajuste” donde amamantar dolía increíblemente.

Después de un par de semanas, todo se endureció y arregló y todo fue fácil. Pero decirles a los padres que la lactancia no debería doler es deshonesto. Sí, un mal agarre puede hacerlo peor. Sí, una infección es un tema completamente distinto, pero la mayoría de las mamás con las que he hablado dicen que la lactancia duele al principio.

Y todo tiene sentido, en verdad. Si los corredores de maratones tienen pezones irritados por las poleras que usan, las mamás ciertamente tienen pezones delicados por una succión sorprendentemente fuerte en sus pechos por varias horas al día.

El problema con decir que no debería doler, es que cuando lo haga, las nuevas mamás van a pensar que hay algo mal con ellas, como si tuvieran una especie de defecto que implica que no deberían amamantar. Duela por un rato, pero después ya no. Pero dejemos de decirle a mamás que no debería doler cuando esa no es la realidad para muchas.

2. Eventualmente podrás dormir la noche entera

Creo que pensar en “dormir toda la noche” –como si fuera un hito como gatear o caminar que, una vez que se logra, queda permanentemente establecido– es una gran y gorda mentira.

Recién la noche pasada nuestro hijo de 9 años entró a nuestra habitación a las 2 de la mañana por una pesadilla. La semana pasada, fue nuestro hijo de 4 años. Ahora que ya pasamos la etapa de bebé, tenemos largos periodos de tiempo donde podemos dormir sin interrupción, pero no es nada garantizado.

¿Y cuando eran bebés? Alrededor de tres meses, dormían durante toda la noche lo suficiente para que empezáramos a decirle a la gente que estaban durmiendo toda la noche. Luego empezaron a salirles los dientes. Luego empezaron a gatear y caminar y hablar, y por alguna jugarreta del destino, sintieron que necesitaban practicar esas cosas en las endemoniadas horas de la madrugada.

Y luego entraron los malos sueños ocasionales. Luego nuestro mayor empezó a pasar por una extraña fase de insomnio. Y como dije, ahora usualmente tenemos noches completas de sueño. Pero de nuevo, nada está garantizado.

¿Y sabes lo que los “expertos” consideran una noche complete de sueño? Cinco horas. Cinco horas no es “la noche completa.” Cinco horas es una siesta larga.

3. Si ignoras los lloriqueos, van a parar

También conocido como “Si no les haces caso cuando lloriquean, no lo van a hacer.” O, mi favorito, “Los niños se quejan solo porque saben que funciona.” Tonterías.

Los niños lloriquean por al menos 147 razones, de las cuales solo una es para obtener algo que no les estás dando. Se quejan porque tienen frío, porque tienen hambre, porque están cansados, porque están frustrados, porque tienen 4 años, porque la vida es injusta, porque no pueden encontrar algo, porque quieren atención, porque su cereal está muy mojado, y quizás –y solo quizás– porque les gusta el sonido de sus propias voces lloronas.

Puedo jurar que lloriquear es una respuesta instintiva para los niños, como reírse o gritar. Nuestros niños saben que no van a lograr nada al quejarse, y aún así se quejan. Al pasar los años, hemos intentado ignorarlo, imitarlo, reírnos, razonar, castigar, simpatizar, y casi cualquier otra cosa que te puedas imaginar para invalidar el reflejo de quejarse, pero aún así nuestros hijos siguen haciéndolo.

Nuestro hijo de 13 años ya no lloriquea. GRACIAS A DIOS. Eventualmente lo superan. Pero sigue pasando hasta edades mucho más grandes de lo que habría pensado posible hasta antes de tener hijos. Y no hay manera garantizada de hacer que paren.

4. Los buenos padres nunca tienen malos pensamientos

Esta es más que nada una mentira por omisión, ya que es algo de lo que la gente no habla. Pero a partir de conversaciones honestas con otros padres, puedo deducir que no es un fenómeno poco común.

Es entendible que los padres que sufrieron de abuso cuando eran niños tengan que dominar impulsos que le harían daño a sus hijos. Pero nunca esperé tener yo misma esos pensamientos.

No crecí en un hogar abusivo. Mis papás ni siquiera me daban palmadas en el trasero. Y no soy una persona de temperamento fuerte. Y aún así he pasado por algunos momentos en donde tuve que usar toda mi fuerza para no abofetear o sacudir a mi hijo. Es terrible escribir esto, pero es verdad.

Cuando nuestro primer bebé era una recién nacida, no dormía bien, lloraba la mayoría de la noche, y yo estaba completamente exhausta. Nunca había estado tan cansada en mi vida (y aún no lo he superado). Instantáneamente entendí cómo ocurre el síndrome de niño maltratado.

Y en ese momento desesperado, mi madre me dijo algo tan choqueante y honesto y hermoso, que aún se lo agradezco todos los días. Ella dijo “cuando tu hermano era un bebé y no paraba de llorar una noche, mi instinto me dijo que debía tirarlo por la ventana.”

Demonios. No era solo yo. Mi madre estable había tenido un horrible pensamiento de madre. Y no solo eso, usó la palabra “instinto” para describirlo. Yo pensaba que los instintos maternales eran todos cálidos y protectores. Pero también pienso que tenemos un alter-instinto profundo y oscuro, que, en momentos de desesperación y agotamiento, salen a la luz por un breve momento para pelear con nuestros instintos paternales protectores.

No sale a la luz a menudo, gracias a Dios, para aquellos de nosotros que fuimos bendecidos con una crianza amorosa. Pero está ahí. Sé que nunca le haría daño a mis hijos, pero se siente terrible poder entender cómo empieza el abuso a menores. Soy generalmente paciente y amorosa, pero sé que he sido un poco dura con los niños por estar frustrada. He apretado un brazo muy fuerte por estar enojada. He hablado con ferocidad en mi voz que no era apta para la severidad de la situación.

Ser padres combinado con la vida en general puede llevarnos a lugares horrible. Y el velo de la civilización que nos mantiene a raya puede ser a veces muy fino.

5. La niñez se pasa rapidísimo

Soy culpable de perpetuar esta mentira, incluso aquí mismo en este blog. Es una mentira que es verdad, en realidad –pero solo en retrospectiva.

¿Alguna vez has notado que la gente que dice que la niñez se pasa rápido son las personas que ya han pasado por la fase de ser padres en la que tú estás? Claro que se pasa rápido cuando estás mirando hacia atrás. Cuando subes una montaña y miras hacia abajo, tu perspectiva desde la cima hace que la distancia hacia el fondo se vea sorprendentemente corta.

Pero pregúntale al escalador a la mitad de la subida qué tan corta se siente.

Cuando estás en la agonía diaria de ser padre, la niñez pasa muy, pero muy lenta. Decirle a los padres que se pasa rápido puede verse como motivación para disfrutar cada momento, pero es un poco como decirle constantemente al escalador que disfrute del paisaje. No es siempre útil.

Escalar una montaña es genial, y las vistas desde las mesetas son incomparables, pero gran parte de la escalada se pasa navegando y luchando contra el terreno. Eso no es algo malo. La escalada es donde formas músculo, resistencia y carácter. Pero es trabajo duro y lento, y debería ser respetado como tal.

Así que sí, es fácil decir que la niñez se pasa rápido cuando estás en la cima mirando hacia abajo. Pero a lo mejor sería más motivante gritarle a los padres que están aún escalando la montaña “sé que es difícil y que a veces piensas que vas a morir, pero ¡sigue escalando! ¡Puedes hacerlo!” que “¡Disfruta cada momento! ¿No ves que se pasa rápido?”

Estas no son las únicas mentiras sobre ser padres que se siguen perpetuando. A veces las perpetuamos con la mejor de las intenciones. Pero si somos honestos al respecto podríamos sentir como padres que no estamos solos en nuestras luchas. Así que es necesario compartirlas con otros padres.

Podemos hacer esto juntos. Honestamente.