Cuando una mujer y un hombre se enteran que serán padres por primera vez. La primera pregunta que llega a su mente es ¿cómo haremos?

Es así que la doctora en psicología, Darcia Narváez docente de la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos, nos da una lista de las 5 cosas que jamás los padres deben hacerle a su bebé. A continuación te las decimos:

1. Ignorarlo

Cuando un bebé llega al mundo, inmediatamente podrá comunicarse con sus padres. Obviamente, lo hará a través de movimiento de sus brazos y pequeños gruñidos.

Asimismo, la doctora comenta: “Incluso algunas madres se comunican con el bebé en el útero a través del canto, la lectura, hablándoles, o dando pequeños golpecitos en el vientre.”

Además, las madres deben saber que los tres primeros años de vida son de vital importancia para los niños, dado que durante ese tiempo, ellos aprenden sobre cómo se desarrolla el mundo.

También, la psicóloga añade: “Lo que se aprende en la vida temprana se aplicará para siempre a las relaciones (a menos que se cambie con terapia u otras experiencias significativas)”

2. Dejarlo llorar

Permitir que un bebé llore por un largo tiempo es peor de lo que imaginas, dado que desde pequeños, ellos aprenden patrones para la vida social y de acuerdo a la atención que le brindes, desarrollará algunos efectos epigenéticos (genes y sus funciones), lo que podría ocasionar que se vuelva una persona muy estresada con el paso del tiempo.

“Para un bebé, que lo dejen llorar es una tortura. Porque técnicamente, fisiológicamente y en términos de madurez, si los bebés regularmente tienen dificultades, sus cuerpos están siendo entrenados para ser ansiosos y desconfiados de sí mismos y de los demás”, explica la experta

Además, cuando ellos lloran, solamente intentan expresar las necesidades que sienten.

3. Dejarlo solo

Los bebés están diseñados para estar junto a aquella persona que lo haga sentir seguro y le brinde confianza. Por eso, no se recomienda dejarlos solos por mucho tiempo, dado que únicamente se obtendrá como resultados niños angustiados, inseguros y de mal carácter.

Asimismo, Darcia dice, “Aunque la gente hable como si pudiera obligar a los bebés a ser independientes, esto es un engaño con un resultado imaginario. Si aíslas a los bebés, ocurre lo contrario: se convierten en personas necesitadas y desgarradas por dentro. Interiorizan el miedo y la inseguridad y esto puede llevar a tener una mala actitud hacia los cuidadores y el mundo. Recuerda que el aislamiento enseña a pensar sólo en sí mismos”

4. No tomarlo en brazos

Cuando un bebé se encuentra en los brazos de sus padres, hace que se sienta relajado y tenga una sensación de paz. Por eso, se recomienda que los padres, especialmente la madre, no deje a su hijo más de tres horas con otras personas, durante los primeros meses de vida-.

“Cuando los bebés están físicamente separados de los cuidadores, las respuestas de dolor se activan, influyendo en la presencia de varias hormonas y neuropéptidos”, dice Darcia.

Por otra parte, también puede conducir a una falta de desarrollo de los receptores de serotonina y oxitocina, ambas relacionadas con la felicidad.

5. Castigarlo

Algunos padres, tienen la costumbre de castigar a sus hijos dándoles nalgadas. Eso, en lugar de darle una lección, solamente les crea frustración y efectos que se podrán ver a largo plazo.

La experta afirma que los bebés aprenden lo que es la vida, a partir de la forma en que son tratados. En este sentido, el castigo tiene varios efectos perjudiciales, según la especialista:

- El bebé tendrá menos confianza en su cuidador y no lo verá como alguien seguro para relajarse.

- El bebé tendrá menos confianza en sí mismo, porque los cuidadores le han enseñado que sus impulsos no son importantes o incluso son malos, socavando su autodesarrollo.

- Si los cuidadores castigan a los bebés que quieren explorar, pueden debilitar la motivación para el aprendizaje.

- El bebé aprenderá que es mejor suprimir sus intereses, que influyen en la comunicación con el cuidador.

- Además, los estudios muestran que la mala conducta aumenta después de que un niño es golpeado.

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