El Tantrismo reconoce la fijación del ser humano por el sexo. El hombre y la mujer están destinados al erotismo, separando el sexo y liberándolo de la función procreadora.

El Tantra considera toda unión sexual, como sagrada, personificados en la conjunción de los dioses Shiva “el poder penetrante de energía masculina”, y Shakti, que representa “la fuerza creadora femenina”.

En esta perspectiva todo contacto sexual, por trivial que sea, es divino. Es lo que distingue la unión tántrica de un coito común y corriente. El éxtasis de estar juntos comienza por una mirada, la cercanía de los cuerpos o la sutileza de un beso.

El sexo tántrico no promete resultados instantáneos; no es una técnica de “un minuto” para lograr habilidad sexual. Pero en las parejas que deseen enriquecer su relación puede liberar un tipo especial de energía que favorece la armonía y aumenta el placer de la intimidad sexual.

La magia está en focalizar toda la energía en una satisfacción mutua, en la prolongación de las sensaciones experimentadas al tocar, mirar, gustar, oír y oler, es la unión de las múltiples sensaciones que fluyen durante el intercambio energético de amor.

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