Inevitablemente llegará un punto en tu vida en el que simplemente dejarás de creer en los príncipes azules, y te darás cuenta que el mundo está lleno de mortales, que la perfección no existe y que no se trata de buscar a alguien sin defectos si no más bien a alguien que haga sintonía contigo.

Pero el verdadero cuestionamiento es por qué pasamos tanto tiempo pensando en el príncipe azul. La respuesta es una mezcla de cosas que han influido en nuestra cultura, el origen mismo del personaje, los cuentos de hadas, que institucionalizaron la existencia del hombre perfecto y que formaron parte de nuestra infancia.

Cuando dejamos atrás la etapa de leer cuentos, nos espera otra trampa al doblar la esquina: las mentiras creadas en Hollywood. Esas que nos muestran hombres que apenas conocen a una chica pero que darían la vida por ella, románticos empedernidos dispuestos a todo para conquistar una mujer, parejas perfectas, familias maravillosas.

Por otra parte la familia y amigos, que inundan nuestra cabeza con esas frases: hombre perfecto, el amor de tu vida, el príncipe azul, haciendo parecer de algún modo que la meta única de nuestra existencia es esperar a ese hombre que nos hará felices por el resto de nuestros días, pero ¿de verdad una sola persona puede hacer esto?, ¿es justo darle todo ese peso a alguien?.

Está muy bien disfrutar con los cuentos de hadas y reír o sufrir con una historia en la pantalla grande, pero deja todo eso a donde pertenece: el mundo de la ficción, y date cuenta que el hombre con el que podrás ser feliz no será perfecto. Junto a él deberás trabajar duro si deseas tener una buena relación, deberán crear entre los dos una dinámica que funcione y que no se base en imaginarios si no en verdades.

Saca de tu mente por completo la idea del príncipe azul, así dentro de algún tiempo podrás decir: no es perfecto, pero juntos, entre altos y bajos, hemos vivido sintiéndonos alegres de habernos encontrado.