Si se le encuentra a un adolescente viendo pornografía, es más que probable que los padres mantengan con él una conversación en torno al sexo, hallándolo como un aspecto normal. Pero para una chica otra sería la historia, pues desde hace muchos años la idea de creer que la mujer gustara de apreciar imágenes eróticas era cosa insólita, sin encontrar una identificación con alguna de sus formas, pues aunque no formen parte de nuestras fantasías sexuales o la realidad, ello puede volverse una alternativa para encontrar el placer que despierte los sentidos.

Aunque se crea que el placer femenino no está presente en varias de las historias triple x plagadas de estereotipos, según especialistas sí existe un determinado tipo de cintas pornográficas que aumentan la excitación de la mujer, la cuestión es encontrarlo.

En la actualidad la fábrica de esta sugestionada industria ha hecho que mujeres arriesgadas se dediquen a la dirección de películas pornográficas para el público femenino, algunos tildándolo de retrógrada y de un acto discriminativo. Pero muchas de estas realizadoras afirman que al mencionar que las producciones son para públicos femeninos, no necesariamente tiene que excluir al público masculino, pero sí mencionar que el contenido es pensando en ellas retratando un enfoque con más matices en torno a la intimidad y las relaciones.

Según refieren cineastas europeas, las cintas tradicionales proponen a las mujeres como el objeto de deseo del hombre, que va desde la imagen que proyectan, por ejemplo, durmiendo en tacos y dentro de ambientes espaciosos como mansiones; en las propuestas para mujeres se aprecian a hombres más comunes, mujeres reales que no necesariamente tengan un orgasmo al mismo tiempo que su pareja, menos histeria y más diálogos que salen de la vida cotidiana. Son ellas las que pueden disponer de lo que quieran realizar en pleno acto, sin importar los lugares. El sexo se vuelve una herramienta para el consentimiento, pues debe volverse una práctica merecida por ellos.

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