El estudio se realizó a un grupo de 21 hombres heterosexuales a quienes se los expuso a imágenes de mujeres y hombres con poca ropa, y mediante un escáner cerebral se fue registrando las áreas del cerebro que se activaban con cada foto.

El equipo liderado por investigadora Susan Fiske concluyó que los voluntarios con altos grados de sexismo activaban regiones del cerebro relacionadas con los objetos cuando veían imágenes de mujeres con poca ropa.

En cambio, cuando los hombres veían imágenes de otros hombres o mujeres vestidas, la parte del cerebro que se activaba eran las regiones asociadas a las relaciones personales, tal como ocurría con los varones con bajos niveles de sexismo ante todas las imágenes empleadas en el experimento.