El amor sí se siente en el corazón, porque late más rápido, pero se percibe en el cerebro, como todos los sentimientos, de acuerdo a la ciencia.

Alfonso Escobar, investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, describe qué siente el cuerpo de un ena­morado: “Todo comienza en el cerebro y ge­nera una serie de res­puestas viscerales, conductuales y cognoscitivas”, afirma.

“Cuando uno genera un estado afectivo por una persona, sea amoroso, amistoso o de odio y coraje, se generan en el cuerpo una serie de cambios viscerales, que consisten en la aceleración del corazón, que late más rápido de lo normal, que son setenta y dos latidos por minnuto; el aumento de la presión arterial y el pulso sanguíneo”, dice.

Además, explica, hay una inhibición de los movimientos intestinales y movimientos de la vesícula orinaria. Estos cambios son importantes para que una persona perciba algo como agradable o desagradable. Las mariposas en el estómago son una secreción gástrica.

La sonrisa es uno de los cambios conductuales que se registran ante el amor, así como otras contracciones faciales. Y el comenzar a memorizar y a aprender de la otra persona es uno de los cambios cognoscitivos que se registran en la persona enamorada.