La psicóloga Loreto Carvacho invita a tomarse con más humor estos “tipos de personas”.

“Lo importante es usar esta distinción para que cada uno pueda ir reconociendo aspectos de la propia relación de pareja que nos incomodan o que queremos modificar”, comenta la psicóloga.

“Más que calificar a las mujeres creo que es interesante verlos como roles en que nos vamos moviendo en la convivencia con una pareja”, explica.

Para ella, el tema pasa porque las mujeres somos más complejas y siempre estamos haciendo ideaciones sobre lo que pasa o deja de pasar en la relación.

El objetivo será tener una vida sana y una mejor relación de pareja y ante todo, quitarle el poder de esos roles malvados para empoderarse desde lo mejor que uno trae a esta vida.

Las mujeres malvadas

1. Abusivas o maltratadoras: Así como hay hombres que maltratan a su pareja, también es posible encontrar a mujeres que hacen un enorme daño psicológico a los hombres.

2. Autosuficientes: Es frecuente que gane más plata que el marido y funciona en la pareja como si fuera el jefe. No se sale del rol de la oficina y lo traspasa a la casa, a los hijos. Es una tremenda ejecutiva en la vida.

3. Brujas Son aquellas mujeres que son sumamente inseguras en sus relaciones de pareja y celosas. Tienden a querer conocer cada aspecto de la vida del otro: dónde está, con que amigos salió, con qué mujeres conversa, etc.

4. “Calienta la tetera, pero no se toman el té”: Corresponde a mujeres que son seductoras en las relaciones con los otros, pero que no necesariamente, lo hacen por querer entablar una relación con alguien. Es probable que de manera inconsciente den mensajes muy diferentes a los que ellas están dispuestas a entregar, por lo que confunden al otro.

5. Conservadoras: Muchos hombres quedan bastante perplejos al encontrarse con mujeres con posturas muy conservadoras frente a la vida. En general las parejas comparten valores y posturas frente a la vida, pero no siempre es así. En estos casos es clave que las parejas puedan conocer muy claramente las posturas de cada uno frente a temas valóricos y saber cuáles son los límites de cada cual.

6. Depresivas: El mal humor, la tristeza, la pena son estados recurrentes. El llanto no para ni las quejas tampoco. Nada les llena. Una profunda desilusión interior las lleva a empañar cualquier acontecimiento.

7. Dependientes: Son las que no hacen nada sin que su pareja las acompañe. Dependen en casi todos los ámbitos de su vida de la opinión y aprobación de su macho. Tanto así que asfixian a las parejas y ellos se sienten que tiene una hija.

8. Feministas: Las mujeres tildadas de esta manera suelen causar mucho temor en los hombres, generalmente, porque escapan a los modos de ser común entre las mujeres. Se cree que serán parejas que estarán en una constante lucha por sus derechos, incluso se caricaturizan señalando que los hombres quedarán con delantal en la cocina o a cargo de los niños.

9. Histéricas: Todo es un enojo. Una explosión de rabia. Nada ni nadie puede decirles algo por que estallan en extroversión. Tal vez tengan motivos pero solo les interesa su sufrimiento o malestar, lo que provoquen en el otro no es su asunto.

10. Interesadas: Tienden a ser mujeres centradas en el status social o económico por sobre el interés real por el otro y muchas veces no son identificables por el hombre. Se tiende a pensar que esta categoría es propio de mujeres.

11. Mamonas: Esta categoría corresponde a mujeres apegadas a su familia de origen y especial a su madre. Tiende a volverse una dificultad, cuando la pareja pierde sus espacios propios, o cuando se le da mucho espacio de opinión a los padres, limitando las posibilidades de negociación entre la pareja.

12. Manipuladoras: Son las que siempre están transando y a través de artimañas consigue lo que quiere. Manipulan emocionalmente a sus parejas, provocando que ellos terminen aceptando condiciones de la relación que no siempre consienten, pero que aceptan por protegerlas o evitar conflictos.

13. Víctimas: Son las que se sienten morir cuando él hace panoramas que no la incluye, a pesar que el hombre pasa del trabajo a la casa, casa al trabajo.

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