1. Necesito un minuto, me acabo… Es como si el orgasmo hubiera reseteado todas las neuronas de su cerebro y el programa con sus funciones vitales se estuviera abriendo muy lentamente, con el reloj de espera incluido.

2. La luz del túnel. Ha visto llegar la luz y, por un instante, todo era blanco. A continuación hay un borrón en su memoria, en su visión y en todo su ser. Poco a poco va recobrando el conocimiento y todo vuelve a su origen: “estoy en la cama, acabo de hacerlo y ya se han acabado los flashes cegadores”.

3. El retorno. Una vez ha vuelto en sí mismo, y siente cada parte de su cuerpo, necesita hacer pis. “Pero, espera un momento, aún llevo el condón puesto, por lo que, aunque me las apañara para quitármelo, ir al baño me va a costar y doler durante los siguientes 10 minutos… mucho”.

4. ¿Por qué se está vistiendo? “Acabamos de estar totalmente desnudos… ¿Por qué se pondrá la ropa interior? No la necesita. Bueno, al menos quédate sin sujetador, ¿no?”.

5. ¿Por qué me está hablando? “¿Qué está pasando? Creo que puedo reconocer el sonido de una voz humana que no se calla, ¿por qué?… ¿Qué si me ha qué? ¿Gustado?… mm sí sí… ¿Ducharnos? ¿Para qué? Creo que esta chica no entiende que tan solo quiero tumbarme en la cama y desvanecer”.

6. Que me deje en paz… por favor. “QUIERO DORMIR. En cambio, ella parece dispuesta a reorganizar todo, limpiar la casa, pilotar un avión y correr una maratón, ¿es superwoman o qué?”.

7. Abrazarse. “¿Y si trato de abrazarla para que se quede dormida, piense que soy adorable y, así, me deje descansar? Creo que tengo un bonus extra si le digo que la quiero justo antes de que se duerma”.

8. No puedo dormir. “Esto no es justo: ella se ha quedado dormida y yo no puedo… puede que si la despierto quiera hacerlo otra vez”.