La única forma de disfrutar el sexo es conociéndote, saber lo que te gusta y tener claro que es un acto completamente natural.

No tomar la iniciativa. Quizás por su educación o por determinados prejuicios, algunas mujeres se sienten incomodas o temen tomar la iniciativa, a veces por miedo a lo que se pueda pensar de ellas. Este comportamiento o actitud es un error en las relaciones sexuales. A menudo los hombres se quejan de que son ellos los que siempre inician la relación sexual, lo que causa un desequilibrio en la escala de pasión dentro de la relación.

Estrellita de mar. ¿Hay algo peor que no tomar la iniciativa? ¡Sí! Y eso es hacerse la estrellita de mar, es decir, quedarse espanzurrada en la cama esperando a que él haga todo el trabajo.

Hablar demasiado. Durante el sexo, es como cuando se come: no se habla. Y si vas a hablar que sea para que suba la temperatura haciendo uso del “dirty talking”. Dile todo lo que le vas a hacer, lo que quieres que te haga, lo mucho que te gusta, etc. Haz uso de la palabra para excitarle y no para incomodarle con temas de conversación inapropiados para el momento en cuestión.

Ceder en todo. En la cama tienes que disfrutar los 2, por lo tanto, si hay algo que te incomoda o que no quieres hacer, no te cortes y díselo. Buscad juntos otras alternativas en la que ambos podáis gozar de la actividad sexual.

Ser egoísta. La cosa debe de estar siempre equilibrada, no vale que uno de los dos haga todo y el resto sólo se encargue de disfrutar. El sexo es cosa de dos, así que estableced turnos y sin duda la conexión será mucho mayor.

Caer en la rutina. Ha posiciones que son infalibles cada vez que tenemos sexo con nuestra pareja. Sin embargo, no innovar en la cama puede llegar a ser aburrido y dañar la relación a largo plazo. De vez en cuando es bueno añadirle algo de chispa al encuentro y probar cosas nuevas por el bien de ambos.

Fingir un orgasmo. Esto, queridas mías, es pan para hoy y hambre para mañana. ¿De qué te sirve fingir un orgasmo? Los hombres no son tan “ingenuos” como creemos, y al final se acabará dando cuenta.

Fuente: Cosmopolitan