El sarcasmo es, por naturaleza humorístico, no grosero. No se trata de que todo lo que se diga es como estar en el mundo al revés, pero que se rían un poco de ti no va con una mala intención.

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Debes ser capaz de comprender este humor y diferenciar entre aquello que puede ser malintencionado, de lo que no. Y si es así, debes alejarte de esa persona, pues ya no es solo comedia lo que hay detrás.

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Aprender a llevar su humor ejercitará tu cerebro y nunca te aburrirás.

1. No puedes ser muy sensible

Lo más importante es tomarte las bromas a la ligera. Cuando no estás segura si es un chiste o no, solo déjalo pasar. ¡No te compliques más de lo que debes!

2. Debes ser perspicaz

Un estudio demuestra que la habilidad para entender el sarcasmo, depende de una secuencia cuidadosamente orquestada de habilidades cognitivas complejas que suceden en partes específicas del cerebro. Científicos que han monitoreado la actividad eléctrica de los cerebros de sujetos de prueba que fueron expuestos a declaraciones sarcásticas, han descubierto que los cerebros deben trabajar más para lograr entender el sarcasmo.

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3. Puedes responder de vuelta

La idea del humor, y en especial del sarcasmo, es que se genere una entretenida interacción a partir de eso. Es parte de la comunicación, y si no dices nada de vuelta a los comentarios, estás generando una brecha.

4. Aprender a comprenderlo mejora tus habilidades cognitivas

Como lo explica Richard Chin de la Revista Smithsonian, el sarcasmo requiere tener una serie de habilidades mentales gimnasticas. Esto, ya que se obliga al cerebro a “pensar más allá del significado literal de las palabras y entender que el orador puede estar hablando de algo completamente diferente”.

5. Es como tener un detector de mentiras humanas

Tantos años de ejercitar la ironía y el músculo del cerebro, dan por resultado poder identificar aquellas cosas que no son reales, o los comentarios que no valen la pena. Los sarcásticos son buenos en leer a las personas, y tener junto a ti a una persona así, te protegerá de quienes no valen la pena.