Nos refugiamos pensando en que fue o es culpa de “él”, porque es “él”, el mentiroso, pero… ¿Acaso eso nos hace menos culpables por exponernos a que nos rompan el corazón? ¿Acaso no es nuestra responsabilidad escoger qué creer y qué no creer? ¿Acaso… somos cómplices? ¿Será que en el fondo sabemos que son mentiras pero simplemente nos gusta que nos las digan porque le dan un toque de “romanticismo” a nuestra “relación”?

Con ustedes, los “nunca” y “siempre” que ya nos sabemos de memoria (como la tabla del 1)

Los nunca:

-“Yo nunca te haría daño”

-“Yo nunca te diría algo así”

-“Yo nunca te engañaría, de verdad ¿eso piensas de mí?”

-“Yo nunca te dejaría sola”

-“Yo nunca te voy a fallar”

-“Yo NUNCA JAMÁS EN LA VIDA te voy a dejar, por nada del mundo”

-“Yo nunca me voy a aburrir de ti”

-“Yo nunca podré olvidarte”

-“Yo nunca sería como él” (Aporte de X.V. vía Facebook)

-“Yo nunca te mentí” (Aporte de C.M. vía Facebook)

-“Yo nunca te dejaré ir” (aporte de F.C. vía Facebook)

Los siempre:

-“Yo siempre estaré ahí para ti” (Aporte de E.L. vía Facebook)

-“Yo siempre te cuidaré”

-“Tú sabes que*siempre* puedes confiar en mí”

-“Yo siempre estoy pensando en ti”

-“Yo siempre te amaré” (Aporte de C.P. vía Facebook)

-“Siempre te esperaré”

-“Yo siempre te digo la verdad” (Aporte de C.V. vía Facebook)

-“Yo siempre tendré ojos (sólo) para ti” (Aporte de V.U. vía Facebook)

-“Yo siempre estaré a tu lado, pase lo que pase” (Aporte de N.M. vía Facebook)

-“Yo siempre te voy a ser fiel”

-“Tú siempre fuiste y serás la única para mí”

Tildar a todos los hombres de mentirosos, malditos y/o (inserte su insulto aquí), sería un acto irresponsable; estoy segura de allá afuera o por algún lugar, hay hombres buenos y que sufren las consecuencias ocasionadas por el 99% de los oportunistas, pendejos y/o (inserte su insulto aquí).(Por si preguntan) No, no creo que haya una ciencia cierta para saber a simple vista si es parte del 99% o del 1%.

Pero lo que sí sé, es que al fin y al cabo, somos nosotras las que decidimos qué creer; somos nosotras, las que firmamos con una sonrisa y/o aceptamos tomar como promesa tácita (o bien explícita) lo que diga el susodicho; somos nosotras, las encargadas de asumir la responsabilidad de si queremos exponernos o no, y por lo tanto, también somos (en parte) responsables de nuestros corazones rotos.

Tal vez, ha llegado el momento de que los “nunca” y “siempre”, dejen de generar siempre el mismo resultado y de que ya no nos dejemos ilusionar por palabritas y nada más.

Porque si nuestras relaciones se basan en “eso”, porque si ése es el código que activa nuestro sensor de enamoramiento… estamos construyendo un hogar en una casa de naipes; en cualquier momento y ante el primer temblor, se derrumbará y usaremos la misma “excusa” de siempre:

“Él me dijo que nunca me haría daaaaañoooooo y que siempre estaría ahí para míííííí”, mientras te gastas 5 rollos de papel higiénico y te deshidratas de tanto llorar, otra vez.