1.Sinceridad ante todo

Si ella te pregunta cómo se ve, dile la verdad. No es de (verdaderas) amigas decirle que se ve bien cuando parece un tamal mal envuelto y/o un payaso/geishabamba. Recuerda que confía en ti y tu opinión es importante para ella.

2.No hables huevadas

Las mujeres tenemos la mala costumbre de ser muy impulsivas y cuando discutimos o tenemos diferencias que no sabemos aceptar, tendemos a desencadenar una tonelada de rajes y/o insultos. Si es tu amiga y tuviste algún problema/roche con ella, es mejor quedarte callada y tranquilizarte; no porque estés asada vas a ir divulgando sus secretos y/o errores/horrores por todos lados, no rajes.

3.No abandones a tus amigas por tu flaco

Sí, ya sé que te mueres de ganas de estar más tiempo con tu flaco, pero no vas a abandonar a tus amigas, aquellas que han estado contigo por tanto tiempo (aaaaaaaños)… por tu nuevo “él es, con éste… me caso” porque puede ser que al final resulte ser tan igual o peor que tu(s) ex(s), y la verdad de todo, es que creo que apostar a nuestras amistades no debería ni siquiera ser una opción a considerar… nunca. Muchas de nosotras cometemos ese pésimo error. Recapacitemos, carajo.

4.Acéptala tal y como es

Loca, borracha, escandalosa, burlona, cagona, cojuda, cague de risa, depresiva, sea como sea… acéptala tal y como es. Podemos ser parecidas en muchos aspectos, pero en el fondo somos distintas, y es “eso” los que nos hace tan especiales; somos únicas. Así que dejemos de esperar que nuestras amigas nos digan “amén” en todo, cuando si fuese así, no habría retroalimentación. Aceptemos que somos distintas pero que nos queremos las unas a las otras, así (tal y) como somos.

5.No traiciones su confianza

Si ella te dice “Huevona, no se lo cuentes a nadie”, entonces… no se lo cuentes a nadie. No es tu secreto, es SU secreto… y si ella está confiando en ti al contártelo, pues lo mínimo que puedes hacer es cerrar la boca y no andar divulgando “contenido” que no es de tu autoría. En este caso, no se cuenta ni el pecado, ni se menciona a la pecadora. O como dijo “Samantha” en una de las películas de Sex and the City: “In our group… we never kiss and tell”

6.No te metas con el flaco de tu amiga

Hay millones de hombres en el planeta y juuuuuuuuuuusto te gusta el flaco de tu amiga. No te pases, pues. Con el flaco de tu amiga, ni-ca-gan-do, así de simple.

7.Si la cagaste, admítelo

Todas nos equivocamos. Así que,tenemos que aprender a admitir nuestros errores. Si la cagaste, díselo; si le mentiste, confiesa; si hiciste cualquier huevada que pueda perjudicarla o que la involucre de alguna manera, mejor habla con ella de una vez y dile la verdad, sin más ni menos.

8.Aprende a pedir perdón y a perdonar

No sólo es importante saber pedir perdón cuando la cagaste, también hay que saber perdonarla(s).

9.Aprende a aceptar que todas cambiamos con el tiempo

Los años pasan, los hombres inventan nuevas estrategias(ja, ja) y nosotras, también cambiamos. Somos un conjunto de átomos que está en constante evolución, así que con el paso del tiempo, es obvio que “algo” en nosotras cambiará (por dentro y por fuera) y… no porque “ella” esté cambiando, significa que deben dejar de ser amigas, simplemente significa que está pasando lo que se supone que debe pasar… crecemos.

Cierro este post con la más importante de todas las “reglas” para mí

10.En las buenas y en las malas, siempre juntas

Venga quien venga, se vaya quien se vaya, millonarias o misias, solteras o casadas, con hijos o sin hijos, con trabajo o sin trabajo, pase lo que pase… no hay nada mejor que saber que cuentas con ella(s) y que ella(s) cuenta(n) contigo, SIEMPRE.

Así que las invito a que todas brindemos cibernéticamente. (levanto la taza de café) Por esa chata/gorda/flaca/huevona/comoseaqueledigas, que siempre ha estado ahí para ti, en las buenas y en las malas; por aquella mejor amiga que tenemos automáticamente desde el primer instante en el que llegamos a este mundo y que muchas veces no sabemos valorar como es debido, pero que nos ama a pesar de todas nuestras facetas/etapas, aquella que siempre responde cuando gritamos “¡MAMÁÁÁÁÁÁ!”; por nosotras; o sea, en resumen:

Por tus/mis amigas, por tu/mi mamá, por ti/mí… ¡SALUD, CARAJO! (seco y volteado al café)

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