Bertha es una joven que vive en Florence, en el estado de Alabama. Recientemente confesó para el programa Mi extraña adicción su particular y dañina predilección por el esmalte de uñas, y no precisamente para usarlo como cosmético, sino como bebida.

“Tengo diversas formas de tomarlo, directamente del frasco o pintándome la lengua con el pincel. El color hace que cada esmalte sepa diferente, mi color favorito es el azul”, confiesa la mujer, quien admite que los esmaltes con escarcha son sus preferidos. “Cuando lo tomo estoy brillando en el estómago y por fuera”, argumenta.

Esta mujer ha basado su alimentación desde hace 5 años sólo con esmaltes de uñas.