“Pocos de nosotros sabemos que cuando una mujer tiene un orgasmo cuando se siente empoderada para pensar en sexo placentero, concentrarse en cómo conseguirlo, y se siente en control y en conocimiento de su cuerpo para saber que puede alcanzar un orgasmo durante el sexo”, escribe Naomi Wolf, en su libro Vagina: A New Biography.

“Y luego, en el orgasmo, también se liberan opioides y oxcitocina. Esta experiencia no solo da placer, un hecho que es bien sabido; también genera estados de conciencia específicos”, escribe Naomi Wolf.

La dopamina, a la que Wolf llama “el máximo neurotransmisor feminista”, genera motivación y orientación hacia objetivos; confianza en tu propio juicio y, lo más notable de todo, confianza.

Los opioides le dan al cerebro la sensación de éxtasis y trascendencia; y, finalmente, la oxcitocina crea una sensación de intimidad, empatía y cuidado.

Con todo esto, y dado el “baño químico” que implica la sexualidad femenina, se puede decir que la vagina no es sólo un órgano sexual, sino un mediador poderoso de la confianza femenina, la creatividad y la conciencia que se tiene de las conexiones entre las cosas.

Wolf explica, además, cómo reaccionan las vaginas ante las violaciones, y ante la estimulación de distintos puntos de placer. De esto último agrega, con base en estudios neurocientíficos, que no es que la mujer tenga múltiples puntos orgásmicos, sino que es uno sólo que se ramifica como un manojo de nervios que brotan de una misma mente. Es por eso que estimular dos puntos a la vez llega a ser tan explosivo.