Gemma, que pesaba casi 120 kilos, utilizó la puerta del bebé en la parte inferior de las escaleras como un obstáculo que saltó por encima cientos de veces. También usó latas de frejoles y de espaguetis como pesas en su estricto régimen de ejercicio diario.

Sus escaleras fueron convertidas en un banco de “step”, donde saltaba todo el tiempo frente al televisor. “Estaba enorme, no podía soportar mirarme en el espejo o sacarme una foto”, confesó. “Me desagradaba tanto mi imagen que no posaba para fotos con mis hijos siquiera”.

Un día, mientras la Sra. Howden miraba viejos álbumes, se dio cuenta de que no había ninguna imagen de ella con sus hijos. Fue un punto de inflexión, y la vergüenza finalmente le dio la motivación que necesitaba para bajar de peso.

“Me sentí muy triste y me di cuenta de que estaba demasiado avergonzada como para aparecer en una foto. Tengo 28 años y me sentía de 65. Andaba resoplando y jadeando por todas partes”, contó.

“Pero no podía permitirme el lujo de ir al gimnasio, así que decidí convertir mi casa en un campo de entrenamiento.” Entonces comenzó un régimen brutal de ejercicio a partir de subir y bajar las escaleras de su casa en Lampeter, Gales Occidental. Usó la puerta de seguridad del bebé obstáculo, y mientras sus hijos veían televisión en el living, ella saltaba y trotaba en el lugar.

Después de que los chicos se iban a la cama, Gemma agarraba grandes latas de comida y las usaba como pesas. “El trabajo ha dado sus frutos y hoy peso 63 kilos menos”, indicó. “Me siento absolutamente increíble. Cuando le digo a la gente que he perdido tantos kilos al transformar mi casa en un campo de entrenamiento, no me creen. Pero es absolutamente cierto”.

“Soy la prueba viviente de que no necesitas un gimnasio para bajar de peso. Con unas latas de frijoles y una puerta de bebé puedes hacer el mismo trabajo.”