Generalmente esa contracción, viene dada por los nervios de la primera vez, una educación sexual mal adaptada, miedo a los embarazos, la falta de relajación vaginal, etc.

Esto provoca dolores intensos, ardor, o punzadas durante la penetración. Aunque se podría decir que en los comienzos, la falta de preparación es uno de los causantes de la dolencia.

Es decir, que en los intentos posteriores, ya no es el miedo, ni los nervios del propio acto los que cierran la vagina, sino el recuerdo del dolor provocado por la penetración anterior.

De esta manera, si los recuerdos de las anteriores penetraciones fueron dolorosas, nunca estaremos relajadas ante el futuro intento, por lo que los músculos se contraerán de nuevo y lo harán cada vez con más fuerza hasta impedir totalmente la entrada del pene el la vagina.

El principal problema es que la mujer no controla para nada la constricción y mucho menos desea que ocurra; es una respuesta pélvica involuntaria. Es posible que ella ni siquiera sea consciente de que la respuesta muscular esté ocurriendo, y por lo tanto no sabe que esta, está causando los problemas de penetración.

Las contracciones involuntarias las provocan el músculo pubocoxígeo, que rodea la vagina y que junto con los haces ileocoxígeo y puborrectales forman el músculo elevador del ano. A toda esta musculatura se la conoce como músculos del suelo pélvico y es necesario su entrenamiento para solucionar el vaginismo.

Debido a que es el recuerdo del dolor el que cierra la vagina, nos encontramos con que no siempre el vaginismo aparece con las primeras relaciones sexuales, puede aparecer tras años de relaciones con penetraciones completas y placenteras.