La celulitis comúnmente se conoce como el acúmulo de tejido adiposo en determinadas zonas del cuerpo, formando nódulos adiposos de grasa y toxinas.
Tipos
Celulitis dura: Se presenta en mujeres jóvenes que realizan actividad física y cuyos tejidos son firmes, tonificados, y no presentan edema. Se reconoce fácilmente, porque es muy difícil de pellizcar. Además, la piel suele estar sometida a tanta presión de los tejidos que incluso se rasga, provocando las antiestéticas estrías y suele ser dolorosa.
Celulitis blanda: Es la más común de todas. Se caracteriza por su flaccidez extrema y su aspecto gelatinoso. El tejido de la zona afectada no presenta consistencia hundiéndose al tocarlo y moviéndose con claridad con los cambios de postura. Suele estar bastante extendida en muslos y glúteos y no suele resultar dolorosa, aunque sí que puede llegar a producir cierta sensación de pesadez.
Celulitis edematosa: Presenta un edema acentuado por retención de líquido y muchas veces aumenta el tamaño de las piernas. Las piernas se hinchan y engordan hasta adoptar un aspecto totalmente recto, como dos grandes columnas. También suele resultar, en algunos casos, un poco dolorosa al tacto.
Celulitis mixta: Presenta retención de líquido y flaccidez, lo que da como resultado una celulitis edematosa-fláccida.
A su vez cada tipo de celulitis se puede dividir en grados de gravedad.
Grado 1: La patología no se ve y no se palpa; sólo se manifiesta al realizar técnicas médicas como el signo de fóvea, el pliegue rodado y el Pinch test.
Grado 2: No se ve pero se palpa. Se evidencia al pasar la mano o cuando se presiona la zona, como por ejemplo al sentarse y cruzar las piernas.
Grado 3: Se ve y se palpa. Y presenta micronódulos de distribución localizada.
Grado 4: Se ve y se palpa con micro y macronódulos de distribución generalizada y con piel capitoné.