Cuando somos niñas no nos importaba ensuciarnos mientras jugábamos en el parque, terminar hechas un verdadero desastre de tanto correr, embarrarnos toda la cara mientras comíamos un helado, que nuestro lindo vestido termine como el de la Cenicienta (cuando sus hermanastras le rompen el traje) luego de tirarnos a recoger los dulces de una fiesta.

¿Qué pasó con esa niña? ¿Todavía la recuerdas? Esa pequeña de 8 años que quería conquistar el mundo y hacerlo un lugar mejor, que tenía metas y sueños, pero sobretodo que no le importaba treparse a un árbol para llegar a la cima.

Esa traviesa que se perdía cuando buscaba un camino, pero por más asustada que estaba sonreía porque sabía que lo estaba intentando.

Esa niña que sabía que las mejores cosas de la vida despeinan y no le importaba porque era feliz. De pronto piensas, miras atrás y te preguntas ¿esa niña estaría orgullosa de mi?

Ahora eres una mujer, con preocupaciones, estresada de casi todo, no tienes tiempo para tus amigos, familia o simplemente para ir a caminar por ese parque por el que una vez corriste.

Recuerda a esa niña y piensa que las mejores cosas de la vida, las que realmente te hacen feliz, despeinan. El mundo está loco y nosotras también, al final solo vivimos una vez y es totalmente injusto para nosotras mismas atarnos a algo que no queremos o reprimirnos

Hacer el amor, despeina.

Reírte a carcajadas, despeina.

Viajar, volar, correr, meterte en el mar, despeina.

Quitarte la ropa, despeina.

Besar a la persona que amas, despeina.

Jugar, despeina.

Cantar hasta que te quedes sin aire, despeina.

Es una ley universal: siempre va a estar más despeinada la mujer que elija ir en el primer carrito de la montaña rusa, que la que prefiera no subirse.

Puede ser que te sientas tentada a ser una mujer impecable, peinada y planchadita por dentro y por fuera. El aviso clasificado de este mundo exige buena presencia: Péinate, ponte, sácate, cómprate, corre, adelgaza, camina derechita, ponte seria… pero ¿vale la pena?

Lo único que realmente importa es que al mirarte al espejo, veas a esa niña que fuiste convertida en una mujer, un poco loca e hiperactiva tal vez, pero viva y sonriendo orgullosa de saber que se ha convertido en lo que quería ser.

Por eso entrégate, come rico, besa, abraza, haz el amor, enamórate, relájate, viaja, salta, levántate temprano, corre, vuela, canta, ponte linda, ponte cómoda, admira el paisaje, en resumen disfruta sin reprimirte de nada.

Y sobre todo, deja que la vida te despeine. Lo peor que puede pasarte es que, sonriendo frente al espejo, te tengas que volver a peinar.

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