Hace falta mucho valor para someterse a una serie de autoretratos que muestren la autopercepción y la forma en la que los demás nos miran. Más todavía, si se pesa 170 kilos.

Eso fue lo que hizo la fotógrafa Julia Kozerski. La “travesía”, ella lo llama, empezó cuatro meses después de su casamiento, cuando la balanza decía 170.

Allí empezó el proceso que duró un año y que la llevó a 73 kilos. ¿Cómo lo logró? Eliminó las comidas rápidas y las gaseosas, comenzó a controlar las porciones y aumentó sus horas de ejercicio.

En esos meses fue cuando se gestó la serie fotográfica Changing Room. Sus autorretratos (entre ellos, provocativos desnudos) cuestionan el culto a la belleza y a la perfección.