Detrás del cotilleo, una actividad femenina por excelencia, existen motivos profundos y biológicos que prueban por qué las mujeres amamos chismear. Descubre cómo este “placer culpable” nos hace bien.

En una típica charla entre amigas puedes escuchar desde las aventuras sexuales de Lulú y las quejas amorosas de Juanita a los problemas de peso y extremas dietas de Marinita y la pequeña fortuna que gastó Rosita en una cartera. Y así, podemos pasar horas charlando con nuestras amigas y contándonos todo, literalmente.

De alguna manera, hablar nos hace sentir bien. Para muchas pasar horas en el teléfono es un hábito difícil de romper. Y es que intercambiar intimidades y confidencias siempre ha sido la base de las relaciones femeninas.

Investigaciones recientes sugieren que compartir cosas no solo es un pasatiempo femenino, pero nos acerca y nos ayuda a vincularnos con otras personas. También nos ayuda a reforzar ese narcisismo innato y se siente igual de adictivo que devorarte un chocolate, ¿la razón?, altera tu psicología de manera profunda.

“El chisme” nos hace sentir más cerca a nuestras amigas, lo que ayuda a reducir el estrés y la ansiedad. Por lo que no solo es un hábito y placer culpable que gusta y divierte, pero intercambiar emociones es bueno para nuestro organismo.

Un estudio realizado por los psicólogos Robb Willer, Matthew Feinberg, Dacher Keltner y Jennifer Stellar, de la Universidad de Berkeley, concluyó que chismear puede ser terapéutico, reducir el nivel de estrés y mitigar las malas conductas.