Las portadas de la mayoría de revistas masculinas y femeninas tienen titulares similares: Consigue unos abdominales fabulosos y Cómo disfrutar de un sexo alucinante.

“Y seguimos comprándolas. Seguimos creyendo que estas cosas nos harán felices. Hace tiempo tuve unos abdominales como tabletas de chocolate y una vida sexual extraordinaria. Ninguna de estas cosas me convirtió en una mejor persona. Ninguna me hizo sentir más completa”, escribe Kate Bartolotta.

¿Qué es lo que realmente te ayuda a mejorar?

Deja de creerte tus tonterías.

Todas esas cosas que te dices sobre que tienes pánico al compromiso, que eres un cobarde, un vago, que no eres creativo, o no tienes suerte. Para. Son tonterías y en el fondo lo sabes. Todos somos inseguros adolescentes de 14 años. Todos tenemos miedo. Todos tenemos sueños que hemos desechado porque en algún momento nos hemos aferrado a esas ideas sobre lo que somos y hemos enterrado esa capacidad esencial y genial de los niños de asombrarse. Cuanto más nos aferramos a los clichés sobre quiénes somos, más vivimos una fracción de lo que podríamos estar viviendo. Sácalo. Sé quien eres bajo todas esas tonterías.

Sé feliz ahora.

No porque lo diga el libro The Secret. Ni por alguna ocurrencia infantil de Oprah Winfrey. Sino porque podemos elegir apreciar lo que tenemos en la vida, en lugar de estar enfadados o apesadumbrados por lo que no tenemos. Es un pequeño pero significativo cambio de perspectiva. Es más fácil ver lo que va mal o lo que falta en nuestra vidas y creer que esa visión es la realidad, pero no lo es. Podemos elegir priorizar las partes buenas.

Mira las estrellas.

No arreglará la crisis. No parará las guerras. No nos proporcionará abdominales, ni mejor sexo, ni aclarará tu relación de pareja ni qué hacer con tu vida. Pero es importante. Ayuda a recordar que tú y tus problemas sois infinitesimalmente pequeños y al contrario, que eres una pieza de un universo increíble y vasto. Hazlo todos los días, ayuda.

Deja de hacer tonterías.

El otro día llegué a casa de un amiga sin aliento y casi llorando después de sentirme un poco perdida, física y existencialmente. Me preguntó qué me pasaba y empecé a explicarle y entonces me paré y admití: “Estoy siendo una imbécil y he decidido inventarme un montón de problemas”. La vida está llena de obstáculos; no necesitamos crear otros extra. Sobre esto, hay un gran consejo en el libro The Four Agreements, de Don Miguel Ruiz: No te tomes las cosas de forma personal. La mayoría de las veces, las actitudes y decisiones de los otros no tienen nada que ver contigo. A no ser que te hayas comportado como un gilipollas, en cuyo caso…

Sé amable.

Kurt Vonnegut lo dijo mejor que nadie (aunque tengo que reconocer, un poco avergonzada, que no soy fan de Vonnegut): “Solo hay una regla que conozco, chicos: maldita sea, ¡hay que ser amables!”