Una vez se establece el circuito de recompensa en el cerebro estas comidas, que suelen tener un alto contenido en carbohidratos y grasas, consiguen generar una alta sensación de satisfacción. Pero esta asociación no es tan definitiva como se sospechaba en un principio.
Un estudio de la Universidad de Tufts en colaboración con el Hospital General de Massachussets ha demostrado que es posible entrenar el cerebro para que reaccione de forma similar ante alimentos saludables. El estudio se ha llevado a cabo con 13 personas, ocho de las cuales se sometieron a un régimen durante seis meses. Las otras cinco actuaron como grupo de control.
Mediante resonancias magnéticas los investigadores detectaron que al cabo de medio año de dieta los circuitos de recompensa del cerebro de los ocho sujetos habían cambiado. Respondían ante alimentos saludables y con alto contenido en fibra de forma parecida a como el grupo de control respondía ante la comida poco saludable.
“Hasta donde sabemos es la primera vez que se ha demostrado que es posible cambiar este comportamiento”, asegura el doctor Sai Krupa Das, uno de los responsables del estudio. Para los que se hayan propuesto una dieta post-vacacional hay esperanza. En unos meses ese brócoli sabrá tan bien como una hamburguesa.