El sol no solo anuncia la llegada del verano, también nos alerta de empezar a hidratarnos y cuidar nuestra piel del calor que puede sobrepasar los 30ºC al medio día y de los dañinos rayos UV. La hidratación de nuestro cuerpo se verá reflejada en nuestra piel, principalmente en su brillo y elasticidad.

Para ello, el agua es el hidratante por excelencia pero para los que no les gusta el sabor del agua sola los jugos de frutas, los saborizantes como refrescos en polvo o incluso las bebidas gaseosas (sin exceso) también funcionan bien.

Así mismo, casi todas las frutas contienen en sí un alto porcentaje de agua. Ellas son buenas fuentes para nuestra hidratación, así como las verduras de hojas, que también son agua casi en su totalidad.

Por el calor el consumo de sopas o cremas no es práctico, lo son más los jugos de frutas, cremoladas o raspadillas.

Qué evitar

En esta época del año debemos evitar el consumo o exceso de ciertos alimentos que puedan deshidratarnos, como el agua de cáscara de piña o la cafeína. Ojo que esta última no solo la encontramos en el café, también están en las bebidas gaseosas, principalmente en las oscuras.

Si bien es cierto, en verano tendemos a “hincharnos” un poco, es mejor eso a estar deshidratados. Por ello aunque la sandia y el melón (dos alimentos con alto contenido de agua) sacian muy bien la sed, es importante moderar su consumo pues también son diuréticos por excelencia.

Y es que el cuerpo humano en condiciones regulares acepta de 2 a 3 litros de agua sin inconvenientes. El exceso de agua puede inducir a la eliminación de sales por medio de la orina y la consiguiente eliminación de líquidos. Por ello es importante no abusar de su consumo pues ello también puede producir deshidratación.