Cuando Anne Moyer le dijo en Navidad de 2010 a su mejor amiga, Diane Ritchie, que iba a bajar de peso, esta respondió educadamente: “Bien por ti. Tendrás que contarme cómo resulta”.

Ritchie había escuchado esto antes. De hecho, veía en el espejo que la historia de su amiga era similar a la suya: empezar y abandonar dietas, con poco éxito. Después de colgar el teléfono, Ritchie volvió a llamar a Moyer: “Lo haré contigo. Voy a comenzar el mismo día que tú”, recuerda haberle dicho.

Comenzaron el 6 de enero de 2011. Moyer pesaba 152 kilogramos y usaba pantalones talla 47. Ritchie pesaba 119 kilogramos y era talla 41. Se apoyaron entre sí como “promotoras” a larga distancia y el primer año perdieron más de 90 kilogramos.

Grande y hermosa

Sus esposos siempre les dijeron que eran hermosas, sin importar cuánto pesaban. Ritchie, de 38 años, dice que era robusta en la preparatoria, mientras que Moyer, de 42 años, fue talla promedio hasta aproximadamente los 20 años. Ambas dijeron que su peso se disparó después de su primer embarazo.

Moyer cuenta algo similar. “Subí algunos kilos, luego bajé algunos, pero no bajaba todos. Luego subía más de lo que había bajado. Subía y subía… y después simplemente decidí: ‘Bueno, esta soy yo. Soy talla extra’”.

Metas alcanzables

Moyer utilizó la aplicación para iPhone, MyFitness Pal, que calcula cuántas calorías debe consumir una persona según cuánto peso quiere perder por semana y ’regala’ calorías cuando te ejercitas. Moyer se permitía comer frutas y pan, pero dejó el refresco y la harina enriquecida.

Durante el primer año, registró los datos de todo lo que comió en la aplicación. Ritchie siguió la Dieta South Beach; se deshizo de toda la harina enriquecida y el alcohol en casa; cambió a granos enteros y documentó en un diario todas sus comidas y los pesajes que hacía dos veces a la semana durante los primeros ocho meses.

Establecieron metas que pensaban que podían alcanzar. Ritchie buscaba pesar menos de 90 kilogramos y Moyer quería dormir en la noche. Las primeras semanas, enfocarse en su comida les tomó toda su fuerza de voluntad.

Una vez que se ajustaron a los nuevos planes de comida, comenzaron a pensar en ejercitarse. Ambas eran realistas sobre lo que podrían manejar. Empezaron caminando algunas calles.

Eventualmente las mujeres corrían y se ejercitaban regularmente en máquinas y en clases. Moyer necesitó bajar 34 kilogramos para dejar de roncar.

Moyer y Ritchie siempre se tuvieron la una a la otra.

Durante el primer mes, hablaban por teléfono tres veces al día. En los próximos meses, comentaban los pesajes que hacían dos veces a la semana y se llamaban cuando necesitaban desahogarse o habían descuidado sus dietas. Cuando viajaban para verse, se maravillaban por cuánto peso había perdido la otra.

Fuente: CNN