Un estudio de la Universidad de Stanford recientemente comprobó que las personas que duermen 5 horas o menos, sufrían alteraciones en la secreción de grelina y leptina. ¿El resultado? En un esfuerzo por intentar sustituir la falta de energía, quienes durmieron poco tenían cravings por alimentos hipercalóricos.

TOMA MÁS AGUA

La señal que recibe tu cerebro para decir que tiene sed es muy similar a la del hambre. Si tomas poca agua, es probable que esto te haya pasado un millón de veces. ¡Haz la prueba! En cuanto tengas un poco de hambre, toma por lo menos un vaso de agua y ve si todavía tienes esa sensación. Ojo: la dosis recomendada de este vital líquido es entre 1.5 y 2 litros de agua al día.

NO PASES LARGOS PERÍODOS SIN COMER

El límite que tu cuerpo puede pasar sin probar alimento son 4 horas, de lo contrario tus niveles de glucosa se dispararán, tendrás hambre acumulada y terminarás comiendo de más (¡kilitos de más asegurados!). Haz 3 comidas fuertes y toma 2 snacks al día ricos en proteína y fibra.

CUIDA TUS PORCIONES

No sólo se trata de comer los alimentos adecuados, sino ingerirlos en cantidades adecuadas. Una guía ‘a la mano’ sería: la palma de tu mano para medir la carne, tu mano completa extendida para las verduras, tu puño cerrado para los cereales y la punta de tu dedo índice para las grasas.

DATE TU ESPACIO PARA COMER

Ver tele, estar frente a la computadora o en el celular, te mantienen distraída cuando comes y es probable que ni te des cuenta que ya estás llena ¡pero tú sigues comiendo! Para evitar que te pase, dedícale un tiempo y espacio sólo a esta actividad. Verás que no sólo disfrutarás tu comida, sino te servirá de break para despejar tu mente.

CENA LIGERO

¿Te ha pasado que cuando llegas en la noche a tu casa te mueres de hambre y terminas cenando súper pesado? Opta por verduras ricas en fibra y proteínas ligeras como pavo, pollo o pescado, y un té para dormir mejor. Recuerda: si cenas pesado dormirás menos y si duermes menos, tu cuerpo de exigirá comida de más al día siguiente.