Suele decirse que las peores enemigas de las mujeres somos nosotras mismas y, aunque la idea sea un tópico, es bastante cierta. Tendemos a volvernos locas de tanto buscar la perfección en nuestras experiencias, relaciones y personas, y, la verdad, es agotador.

Por eso, en HuffPost Women hicieron una lista de las cosas que todas las mujeres deben dejar de hacer para poder ser felices y vivir tranquilas.

Pedir disculpas por todo. No hace falta explicar todo lo que hacemos. Tenemos derecho a nuestras propias preferencias y decisiones.

Decirle que “sí” a todo el mundo. Dejemos de decir “sí” cuando no queremos decirlo. La gente respeta más a las personas que fijan unos límites.

Decir que “no” a tí misma. No permitamos que nuestras inseguridades y nuestras angustias decidan por nosotras porque lo único que conseguiremos es perdernos un montón de experiencias que merecen la pena.

Ver a la comida como si fuera un enemigo. En nuestra lucha para cumplir criterios imposibles, es fácil que acabemos pensando que la comida es algo con lo que hay luchar, no de lo que hay que disfrutar.

Criticar tu propio cuerpo. Debemos dejar de pensar que estamos horribles, punto. No sirve para nada, si tienes “kilos de más”, pecas o piensas que eres un poco “chata”, son precisamente esos que tu consideras defectos, lo que te hace especial y única.

Sentirte extraña cuando logras algo bueno en el ámbito profesional. Debemos empezar a valorar nuestros logros sin más. Ese nuevo trabajo, ese ascenso, ese título, ese reconocimiento público, nos lo hemos ganado.

Quitar los tags de cada foto en la que, según tu, no te ves bonita. Es normal no querer que la foto en la que aparecemos parpadeando sea nuestra foto de perfil en Facebook, pero nos angustiamos innecesariamente cuando nos empeñamos en eliminar todas las fotos que no nos muestran con una luz maravillosa y haciendo algo estupendo.

Comparar tu vida real con la vida “virtual” de otras personas. ¿Cómo no va a sentirse mal alguien que dedica el lunes por la noche a recorrer las fotos de vacaciones de su expareja o a leer los comentarios entusiastas de esa amiga que trabaja en el sector de la moda durante una fiesta llena de famosos?

Apegarte a reproches o sentimientos de culpa. “Estoy en contra del arrepentimiento”, dijo Lena Dunham en el New Yorker Festival de 2012. Estas dos emociones no suelen servir más que para atormentar a la persona que las siente. Debemos ser conscientes de ellas y después seguir adelante lo mejor que podamos.

Usar tacones todos los días. A todas nos encanta un precioso par de zapatos de salón, pero ir cómodas (la mayor parte del tiempo) no solo hará que sea mucho más agradable ir al trabajo, sino que hará que nuestros pies sean mucho más felices durante años.

Juzgar la vida sexual de otras mujeres. Ninguna mujer merece ser criticada porque se acuesta con tal persona, porque se acuesta con muchas personas ni por cómo expresa su sexualidad. La próxima vez que estemos a punto de llamar a una mujer “mojigata” o “puta”, más vale que nos callemos.

Juzgar tu propia vida sexual. Nadie tiene por qué saber lo que nos gusta. Y, para ser sinceros, eso de que nuestra rica (o inexistente) vida sexual indica en parte cómo somos es algo que nos importa mucho más a nosotras mismas que a los demás.

Intentar ser quien no eres. Ir siempre de conformistas nos impide dar a conocer lo que necesitamos, lo que deseamos y lo que opinamos.

Tenerle miedo a que te llamen “loca”. La mejor forma de desacreditar las opiniones o los sentimientos de una mujer es acusarla de ser demasiado emocional. Tener miedo a que nos planten la etiqueta de “locas” hace que las mujeres nos callemos más de la cuenta.

Buscar diagnósticos en Internet. Si crees que algo anda mal con tu salud, ve al médico. Llevar una semana con las glándulas inflamadas no quiere decir automáticamente que tengamos un enorme tumor en el cuello.

Temer que tu vida no se parezca a Pinterest. Lo más probable es que nunca seamos capaces de hacer esa estantería flotante que tanto nos ha gustado. Y nuestro aperitivo de huevo y aguacate nunca tendrá un aspecto tan delicioso como nos gustaría.

Tenerle miedo a la soledad. No podemos decidir cuándo ni dónde vamos a conocer a alguien con quien acabaremos pasando la vida, así que más vale dejar de obsesionarse pensando que nunca nos va a pasar. Y hay cosas peores que la estar solas. “La relación más profunda que vamos a tener en nuestra vida es con nosotros mismos”, dijo en una ocasión Shirley MacLaine.

Estar en una relación por el simple hecho de tener pareja. Si tenemos terror a estar solas, lo peor que podemos hacer es mantener una relación sin quererlo de verdad. Atarse a una persona que no es la que nos conviene solo porque necesitamos emparejarnos es terrible.

Desaprovechar tus días de vacaciones. En serio, nadie va a morirse porque apaguemos de vez en cuando el móvil y nos vayamos a pasar el fin de semana a la sierra.

Mantener amistades tóxicas. Hay que eliminar a los malos amigos de nuestras vidas cuanto antes. La vida es demasiado corta para malgastarla con personas que nos humillan.

Pasar tiempo con algunas personas solo por “obligación”. No hay ninguna necesidad de ver a cada viejo amigo y cada primo segundo que está de paso por la ciudad. Hay que tener claro con quién queremos estar y dejar que algunas relaciones se acaben de forma natural.

Avergonzarte de tus intereses. Si no eres la típica chica que le gustan las canciones de Katy Perry y más bien amas a AC/DC y te apasiona el fútbol (además eres hincha de un equipo) no tienes por qué pretender que te gustan cosas que la verdad te aburren. Y si por el contrario, mas la moda y el glamour y odias los deportes… ¡está bien!. Hay que asumir que no sabemos nada de música, que nos apasiona el fútbol y que nos encantan tanto Breaking Bad como el reality show más horrible de todos. Y si hay un tema del que no sabemos nada pero conocemos a alguien que sí, aprovechemos la oportunidad para preguntarle.

Establecer “plazos” para los eventos más importantes de tu vida. No hay que tratar de planear de forma meticulosa cuándo vamos a enamorarnos, a tener hijos, a conseguir el trabajo de nuestros sueños ni a comprar esa casa tan estupenda. Debemos disfrutar de las incertidumbres de la vida y alegrarnos cada vez que cumplimos una de esas etapas e incluso sorprendernos agradablemente cuando nos damos cuenta de que pasamos de una o varias de ellas.