Es un problema con el que acuden a muchos especialistas personas de todo tipo, ya que puede ser causado por factores muy distintos.

En principio, los médicos señalan que es un problema grave cuando también lo acompaña una caída de ese cabello; de no ser así, algunos hábitos cotidianos pueden mejorar el problema.

Por una parte, deberá usarse acondicionador, precisamente óptimo para una hidratación del cabello, aunque deberá reducirse la cantidad de champú. Un primer paso puede ser eliminar uno o dos lavados semanales y comprobar si se consigue una menor sequedad.

El resto de productos deberá evitarse, a excepción de un sérum o aceite natural, que tiene un efecto similar al de un acondicionador y que puede usarse cuando uno se peina y puede añadirse tanto como el cabello pueda absorber.

También puede usarse el acondicionador como mascarilla, de manera que tras extenderla, podemos usar un gorro de ducha o una toalla con la que cubrir la cabeza durante unos veinte minutos.

Para evitar una sequedad adicional, no se aconseja secarse el pelo y mucho menos usar tenazas o planchas, lo que solo se recomendaría una vez por semana.

En cuanto a los champús más adecuados, es mejor elegir uno muy hidratante y de textura lechosa, puesto que los dirigidos a cabello normal hace que se pierda toda la hidratación cuando actúan sobre un cabello seco.

Aunque ya suelen ser los ingredientes habituales de este tipo de productos, la lavanda o el aguacate son algunos de los más hidratantes, debido a su alta cantidad de grasa. Por otro lado, y a pesar de que es difícil encontrarlos, un champú que no genere mucha espuma puede ser positivo en tanto no arranca tanto el cabello.

A menos que sea debido a un problema de salud o a causas genéticas, la sequedad es una respuesta a la falta de grasa. Así, aumentar la cantidad de ácidos grasos esenciales en nuestra dieta, como los procedentes del aceite y de los frutos secos, puede ser una ayuda para el problema.

Además, los oligoelementos que contiene el azufre suelen ser apropiado tanto para la sequedad de pelo y uñas, y los podemos encontrar en carnes, quesos y leche, huevos o legumbres.

Otras prácticas que pueden funcionar son las que tienen que ver con las telas que tienen contacto con nuestro cabello. Por ejemplo, las fundas de almohada, las que son más recomendables si están hechas de seda o satinadas que las que son de algodón. Por último, tanto para un sol como para un viento excesivo es útil usar un sombrero. Brandon Páramo

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