Prolongar la apariencia juvenil ha sido una de las principales preocupaciones de la mujer en todos los tiempos, aunque actualmente sea más acusada.

Por eso cuando hablamos de belleza, debemos hacerlo también de envejecimiento ya que no puede detenerse.

Los cambios físicos durante el envejecimiento comienzan a notarse a partir de los 30 años. Existe un primer periodo, entre los 15 y los 25 años en el que transcurre el periodo de la auténtica juventud. A partir de aquí comienzan a producirse cambios físicos, emocionales e intelectuales.

A partir de los 30 años, los párpados superiores comienzan a tapar la linea que los separa de los párpados y se marca el surco de los párpados inferiores.

Llegados a la década de los 40 años, los cambios físicos durante el envejecimiento comienzan a notarse en las grietas de entrecejo y la frente, así como en un exceso de piel en el párpado superior. También es a partir de este momento cuando aparecen las temidas patas de gallo.

Además en el periodo que oscila entre los 40 y los 50 años, los surcos nasolabiales se profundizan aun más, acentuando un proceso que comenzó a partir de los 30 años, y comienzan a vislumbrarse las ondulaciones en el perfil mandibular.

Entre los 50 y los 60 años las arrugas frontales y del entrecejo permanecen inalterables. En el párpado superior la piel se situa por encima de las pestañas. El descenso que experimenta el extremo del ojo, favorece que se marquen aun más las patas de gallo.

Por último en la última etapa de la vida la nariz y el labio superior caen de forma notable y el menor grosor de la piel así como la ausencia de tejido graso, inciden en la profundización de los surcos nasolabiales y de la comisura de los labios.

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