La alfombra roja de los Óscar, se ha vestido este año con una fórmula tradicional de colores: una alta proporción de blancos, sobrios negros, salpicado por algún apunte de rojo.

Entre los aciertos de la noche ha estado, sin duda, la elegancia de Cate Blanchett, que con un sencillo traje de terciopelo negro del resucitado John Galliano para Martin Margiela, acompañado por un collar azul turquesa, ha demostrado que menos, es siempre más.

Entre las más tradicionales, las nominadas a mejor actriz que han optado por lo seguro, como el blanco de Marion Cotillard, con un vestido en tela troquelada de Dior, o Julianne Moore, con un Chanel Couture cuajado de abalorios.

Rosamund Pike ha preferido probar suerte con un ajustado rojo Givenchy, mientras que Felicity Jones ha elegido un poco favorecedor McQueen en gris perla, con cuerpo tapizado en perlas.

Estos abalorios, tuvieron especial protagonismo en el diseño de Lupita Nyong’o, que vistió un diseño de Calvin Klein cuajado de perlas (unas 6.000), que acaparó gran parte de los flashes.

En esta edición ha habido muchos momentos familiares como el de Dakota Johnson, de rojo Saint Laurent, con una abertura lateral de vértigo, acompañada por su madre, Melanie Griffith, o los actores Chris Pratt y Anna Faris, que no se iban a quedar de fiesta porque querían volver a casa con su hijo, o Emma Stone que ido con su madre.

Entre los “déjà vu”, el estilismo de Jennifer López con su tradicional estilo “lady” de traje de noche de pedrería en tono “nude”, y Gwyneth Paltrow con un ceñido traje rosa bebé de Ralph & Russo. EFE