Vestidos y abrigos de lana, seda o terciopelo con aplicaciones bordadas que representaban flores, árboles, pero también pequeños animales del bosque encantado, como búhos, ardillas, zorros, cisnes y liebres. La antigua llave de un castillo lejano decora también varias prendas.

Se unía también en la pasarela un ambiente medieval, con deslumbrantes bordados de pedrería, evocando las coronas de los reyes y reinas de aquellos tiempos.

Asimismo, ante la mirada de un público cautivado, desfilan guerreras medievales, con mallas cubriendo la cabeza y los hombros, botas cubiertas de cristales, lentejuelas y otras piedras brillantes.

Completando este mundo mágico, una reina con vestido rojo largo y fluido, con estampados de flores y animales silvestres, y una capucha de piel del mismo color.