Max Mara mostró a una mujer que, a pesar de estar impregnada de la estética de los años 30, es la más contemporánea, mientras que Fendi apostó por el futuro y la florentina Cavalli optó por presentar a una mujer de aspecto aborigen.

Vestidos de materiales gruesos como la lana o la piel sin curtir que llegan hasta la rodilla, grandes abrigos “oversize” en tonalidades beis con enormes solapas y zapatillas deportivas acharoladas configuran la imagen que Max Mara prevé para la próxima temporada otoño-invierno.

El futuro llegó a Milán de la mano de las modelos de Fendi, que apostó de una forma más comedida que Max Mara por el volumen, pero esta vez desde un planteamiento más futurista y muy atrevido con cierta influencia varonil.

El futuro de Fendi dio paso a un desfile tribal con una clara influencia hindú presentado por la firma Just Cavalli, que presentó complicadas formas en sus estampados que recordaban a los brocados de los templos hinduistas y también los colores del tigre de Bengala, como rasgo común de la mayoría de sus prendas.

Durante su desfile, que se vio afectado por la irrupción de una activista que reivindicó el rechazo al uso de pieles de animales en la moda, Roberto Cavalli mostró a una mujer vestida en tonos cálidos, estampados en “animalprint” y que usa la piel para afrontar el frío del invierno.

Después de la jungla de color que presentó Roberto Cavalli sobre la pasarela de Milán, llegó Prada para aportar su punto de vista y poner el broche a esta segunda jornada de la Semana de la Moda de Milán. EFE