Inspirado en la película “Confession d’un enfant du siècle”, que la directora Sylvie Verheyde estrenó este año en Cannes, el desfile de Gaultier comenzó con una hora de retraso, que el público perdonó.

En ella encontró la idea de sus abundantes transparencias y juegos gráficos, sus pantalones bombachos para hombre, sus vestidos de metal, o sus sombreros de copa alta, que revisitó para dejar solo la estructura, como una jaula portada sobre la cabeza.

Accesorio masculino elegido para realzar aún más el traje de novia de enorme falda con cola de organdí blanco y seda marfil, a juego con un frac que se lleva al revés, con la espalda en el pecho. El modisto completó su visión con una colección “couture” para hombres.

“Era un poco mi idea de masculino-femenino”, añadió Gaultier, quien citó como ejemplo un conjunto partido en dos, de tul transparente en un lado y de clásico redingote en el otro, portado por el maniquí serbio Andrej Pejic.

La modista china Yiqing Yin, en busca de inmaterialidad para una mujer “impalpable, soñadora y compleja”, según las notas de su desfile, creó una ovacionada colección, futurista y asimétrica, de formas y plisados, efectivamente, complejos.

Desde otro extremo del universo del lujo, el libanés Elie Saab siguió la estela de Constantinopla para realzar aún mas con bordados, incrustaciones y guipures sus modelos mil y una noches. Negro, azul cielo, beige y sobre todo oro serán algunos de los colores de la bella paleta utilizada, sobre transparencias y vestidos siempre bordados y profundamente escotados.

Por su parte, Frank Sorbier tomó el Teatro Antoine para presentar sus ideas bajo el título “La drôle de collection”, espectáculo audiovisual que terminó con el autor y sus modelos bailando sobre el escenario. EFE